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Actualizado: 26 de octubre de 2025
El interior es de una esplendidez que arrebata, á pesar de su estado ruinoso. Los estupendos sótanos, de aquel palacio-fortaleza podian contener millares de soldados, de prisioneros y caballos, los víveres, y municiones y armas en grande escala; en fin, toda una fuerte guarnicion ó pequeño ejército, capaz de resistir por largo tiempo el asedio.
16 El sabio teme, y se aparta del mal; mas el loco se arrebata, y confía. 17 El que presto se enoja, hará locura; y el hombre malicioso será aborrecido. 18 Los simples heredarán la locura; mas los cuerdos se coronarán de sabiduría. 19 Los malos se inclinarán delante de los buenos, y los impíos a las puertas del justo. 20 El pobre es odioso aun a su amigo; pero muchos son los que aman al rico.
Hermano Mohamad respondió sosegadamente Ben-Farding , no te ahumes ni montes tan pronto en cólera: éste es el poder de la hermosura que arrebata hasta a los mismos seres subterráneos como yo, y enloquece a la misma locura; vista perspicaz de neblí has tenido para divisar y coger tan presto presa tan deliciosa, hermano Mohamad. ¡Es tan tierna!
Federico, mientras tanto, se junta casualmente con el Duque y su favorito Clotaldo en una cacería, á que asisten ambos en los montes; el Duque se había quedado dormido, y Clotaldo se acercaba á él para perpetrar su traición y matarlo, cuando se presenta Federico de repente, arrebata el puñal al traidor y salva la vida del Duque; éste despierta al ruido, que ambos hacen, pero el astuto Clotaldo se da trazas de hacerle creer que él ha sido su salvador y Federico el que ha intentado asesinarle, por cuya razón se prohibe al último, bajo pena de muerte, su presencia en los dominios del Duque.
Arrebata la linterna de las manos de David, lleno de estupor, y se lanza fuera. Desaparece bajo el cobertizo y reaparece un momento después; encima de su cabeza brilla un hacha... Hace girar tres o cuatro veces la linterna y la arroja lejos de él, en medio del agua; después, se precipita hacia la presa... ¡Viene alguien! murmura Gertrudis apretándose estrechamente contra Juan.
La cólera me arrebata al fin, y digo: ¡Habla, o te pego como a un perro! ¡Pega! me dice; lo tengo bien merecido... Merecido o no, vas a responderme. Y entonces, en medio de las lágrimas, de los remordimientos, de las súplicas de ambos, oigo toda la bonita historia.
Chateaubriand decia muy bien: el mismo bronce, la ruda campana, nos inspira cierta melancolía dulce y religiosa, cierto éxtasis indefinible, cuando es intérprete de los sentimientos cristianos. La poesía cristiana no nos ofusca, no nos arrebata; nos llama, nos atrae, nos acaricia: no nos seduce; nos persuade; no nos alucina, nos duerme.
Ra-Ra, como si presintiese el peligro, se puso de pie, y al fijarse en la mano del gigante adivinó su intención, gritando con voz desesperada: ¡No quiero!... ¡No quiero! Luego, comprendiendo que su resistencia resultaría inútil ante las fuerzas del coloso, apeló á la súplica: Déjela aquí, gentleman. ¿Por qué me la arrebata?
El alma de la Santa es un alma hermosísima, que ella nos muestra con sencillo candor: esta es su psicología: pero, hundiéndose luego la Santa en los abismos de esa alma, nos arrebata en pos de sí, y ya no es su alma lo que vemos, sin dejar de ver su alma, sino algo más inmenso que el éter infinito, y más rico que el universo, y más luminoso que un mar de soles.
Arminda corre el peligro de morir abrasada en su tienda; pero Leonido, vestido como un guerrero ordinario, arrebata su presa á las llamas. La acción en el acto tercero es en el palacio de Arminda.
Palabra del Dia
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