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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Ya comprendo. ¿Y esa puerta existe? ¡Pues no ha de existir! Yo la he visto, yo respondo de todo: me encargo de averiguar cuándo salen las arpías, de llevar la cartita y de facilitar el paso.... No es mala idea dijo el militar y, sobre todo, mala ó buena, yo la he de llevar á cabo. ¿Y qué haremos para que esa lechuza de Coletilla no nos estorbe? Coletilla no nos estorbará.
El único suceso importante que turbó la calma de aquella comida melancólica y callada, fué una ligera disputa suscitada entre las dos arpías, porque Salomé decía que el estofado se quemó por culpa de Paz, y ésta aseguraba lo contrario. Al concluir, Elías dió tregua á sus meditaciones para preguntar: Pero ¿no está mejor doña Paulita? ¡Bah! supongo que no será nada.
Nosotras, ya que usted ha tenido la desgracia de perder á sus padres, procuraremos dirigirla y enmendarla, siendo la autoridad que tanto necesita. La huérfana bajo los ojos y cayó en profundo abatimiento. ¡Para toda la vida! Hubiera querido morirse en aquel instante. No miró á las tres arpías, ni les contestó.
Importunábale el ruido de los coches que entraban de noche en casa de Zadig, pero mas le enfadaba el de las alabanzas que de él oía. Iba algunas veces á su casa, y se sentaba á la mesa sin que le convidaran, corrompiendo el júbilo de la compañía entera, como dicen que inficionan las arpías los manjares que tocan.
La explotación, el robo más escandaloso al marinero ignorante como una bestia y que, bajo los vapores del aguardiente, se deja despojar del premio de un año de labor, jugando su vida en las tormentas. ¡Esas mujeres, sobre todo, esas mujeres, asquerosas arpías, negras y angulosas, esparciendo a su alrededor la mezcla de su olor ingénito y de un pacholí que hace dar vuelta al estómago!... Pouah!...
Paz se alarmó y Salomé se tapó los oídos, como si oyera el aullido, de un chacal. Defendieron entre las dos á doña Rosalía de la agresión inesperada del animal; fuese la sastra, y las dos arpías se miraron cara á cara, comunicándose mutuamente su respectiva bilis.
Pero ... no añadió con determinación, no puedo consentir que te quedes en este sepulcro. Me parece que si te dejo aquí no he de verte más. Pero ese hombre, ese exaltado, ¿en qué piensa? ¿qué hace? ¿cómo tiene alma para verte en poder de esas arpías, y no pegar fuego á esta casa maldita? El me quiere dijo Clara, resuelta á decir todo lo que pudiera determinarle á marcharse.
¡Feliciano, milagro que te han dejado venir al baile tus hermanas! ¿A qué hora te han mandado retirarte? Dicen que doña Petra te castiga cuando llegas tarde, ¿es verdad? ¡Pobre Feliciano! ¡Qué severas son tus hermanas! Ya que no te han permitido casarte, debieran darte un poco más de libertad. El bravo comerciante, sin ofenderse, contestaba con sonrisa bondadosa a aquellas arpías.
Las dos estaban de rodillas y apoyadas en las manos, y en aquella actitud, semejante en algo á la de las esfinges, las dos arpías, revelando con intempestivo vigor sus encontradas pasiones, eran como bestias feroces. Después de un rato de silencio, en que todas las fuerzas de la envidia humana se midieron de una mirada con todas las fuerzas del orgullo, la pantera dijo á la foca: ¡Esto es mío!
Palabra del Dia
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