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Actualizado: 25 de junio de 2025
De aquí las interminables exposiciones del dogmatismo cristiano con la refinada sutileza de la falsa ciencia escolástica, las arengas difusas de éste ó de aquel personaje alegórico sobre su significación y naturaleza, y las preguntas y respuestas sobre las cuestiones más intrincadas de la ciencia de Dios: defectos todos, sin duda, que perjudican al drama, por grandes que sean sus bellezas.
Y el bravo marino, que unía á sus funciones náuticas la obligación de hacer arengas en los banquetes y abrir los bailes con la dama de mayor respeto, empezó el desarrollo de un rosario de palabras semejantes á frotamientos de tabletas, con largos intervalos de vacilante silencio.
Otros días, al salir de aquella casa había gozado el placer fuerte, picante, del orgullo satisfecho; el dominio de las almas, que allí ejercía en absoluto, le daba al amor propio una dulce complacencia.... Pero ahora, nada de eso. No salía contento. Había procurado abreviar la visita suprimiendo palabras en sus piadosas arengas. «Aquel idiota de don Robustiano le había puesto de mal humor.
Sus sermones en las grandes romerías, en las fiestas de la Asociación de la Vela Nocturna y otras corporaciones que le tenían por director, eran arengas de caudillo, hablando de matar ó morir como los paladines de las Cruzadas, por el sagrado Corazón de Jesús.
Cuando en el día va á Villabermeja un cura forastero, tiene que aprender el tonillo. En este tonillo fué el padre Jacinto un dechado de perfección, que nadie ha superado hasta ahora. Al oirle, aunque sea reminiscencia gentílica, dicen que se comprendía cómo Cayo Graco se hacía acompañar por un flautista cuando pronunciaba en el Foro sus más apasionadas arengas.
El menosprecio que el Soberano hacía continuamente de la opinión de las Cortes, los nuevos pechos y arbitrios particulares que se imponían sin consultarlas, el Ordenamiento del Rey Alfonso anulado, las franquicias rotas, los fueros moribundos: tales eran los tópicos predilectos de sus arengas. El Gobierno se había convertido, según él, en un potro de extraer caudales y estrangular alientos.
Segun sus órdenes acampan, y marchan los indios de un país á otro para morar ó cazar, ó hacer la guerra. Frecuentemente los cita á su tienda, donde les hace sus arengas relativas á su conducta, las exigencias del tiempo, las injurias que han recibido, y las medidas que se deben tomar, &a. En estas ocasiones ostenta, y exagera sus proezas, y mérito personal.
Mientras los oradores se limitaron á pronunciar elocuentes arengas en nombre de los más sublimes principios todo marchó bien; pero cuando la asamblea tuvo que hacer algo práctico, su trabajo resultó infructuoso y tan temible como el de los gobernantes guiados por la ambición.
Palabra del Dia
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