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Actualizado: 7 de junio de 2025


El Arcediano y don Custodio prosiguió hicieron anoche comidilla de la confesata en la tertulia de doña Visitación, esa tarasca; señor, comidilla de la confesata de la otra; y si había durado dos horas o no había durado dos horas.... El Magistral se santiguó y dijo: ¿Ya murmuran? ¡Infames!

Los hermanos Ulloa y sus criados fueron obligados á salir del templo, y más tarde el señor Provisor mandó encarcelar á los primeros, siendo conducido el arcediano de Niebla á su casa, acompañado del Deán y de un canónigo para mayor seguridad.

Don Custodio le decía Glocester, el ilustre Arcediano, que había notado sus paseos ¿qué hay?, ¿ha venido esa dama? ¡Una hora! ¡una hora! Confesión general. Ya usted ve.... Y más tarde: ¿Qué hay? ¡Hora y media! Le estará contando los pecados de sus abuelos desde Adán. Glocester había esperado en la sacristía «el final de aquel escándalo».

Los curas, valga la verdad, también hablaban del suceso inopinado, como lo llamaba Mourelo. El ex-alcalde Foja se paseaba en medio del Arcediano, el ilustre Glocester, y del beneficiado don Custodio, el más almibarado presbítero de Vetusta. No solía el liberal usurero acompañarse de sotanas, pero aquella tarde había juntado a los tres enemigos del Magistral la importancia de los acontecimientos.

Sólo el Provisor se contentó con sonreír, inclinarse y poner cara de santo que sufre por amor de Dios el escándalo de los oídos. El Arcediano rio sin ganas. La historia de Obdulia Fandiño profanó el recinto de la sacristía, como poco antes lo profanaran su risa, su traje y sus perfumes. El Arcipreste narraba las aventuras de la dama como lo hubiera hecho Marcial, salvo el latín.

La erigió en 19 de marzo de 1411, contra el muro de levante y en los tramos doce y trece de la última nave principal, acupando parte de las adyacentes, el canónigo y arcediano D. Gonzalo Venegas.

Sin embargo el autor del m. s. citado Antigüedad y grandezas etc., propio de la Real Academia de la Historia, afirma que la primera capilla que se fundó fué la de S. Lorenzo, por el arcediano de Córdoba D. Sebastian en tiempo del rey S. Fernando, siendo sus capellanías las mas antiguas de aquella santa iglesia despues de las de la veintena. ¿Cuál era esta capilla de S. Lorenzo? El Sr.

El Arcediano, en cuanto calló el órgano, como quien quiere interrumpir una broma con una nota seria, leyó la epístola de San Pablo Apóstol a Tito, capítulo segundo, dándole una intención que no tenía.

Aquel mismo año en que Fortunato lo había hecho tan mal, en concepto de los señores magistrados, se lució en su sermón de viernes el sinuoso Arcediano. Ya lo anunciaba él muchos días antes. «Señores, no llamarse a engaño; a hay que leerme entre líneas; yo no hablo para criadas y soldados; hablo para un público que sepa... eso, leer entre líneas». La musa de Glocester era la ironía.

Palabra del Dia

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