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Actualizado: 14 de noviembre de 2025
Mas el tiempo se empeñó en festejar a las viajeras, y poco después de su llegada a Vichy brindoles los más espléndidos y apacibles días que quepan en otoño, estación de serenidad, sobre todo cuando comienza.
Pensamos en esa figura noble y artística como un retrato antiguo, superviviente de todos sus contemporáneos, haciendo sus apacibles paseatas por las calles muertas de Segovia, la vieja, viviendo una vida arcaica y cristalizada entre los muros grises de las rancias mansiones infanzonas, con escudos de piedra y los palacios grises eternamente cerrados.
Hacíase este espectáculo junto a la marina, en una espaciosa playa, a quien quitaban él sol infinita cantidad de ramos entretejidos que la dejaban a la sombra; ponían en la mitad un suntuoso teatro, en el cual, sentado el rey y la real familia, miraban los apacibles juegos.
Las noches eran apacibles y calurosas, y la tertulia se prolongaba a veces hasta las nueve y media o las diez. Miguel se fue acostumbrando a asistir a ella, dejando las visitas a la generala para otras horas. Sentábase a menudo al lado de Maximina y se complacía en regalarle el oído. Si nos preguntasen si creía lo que la iba diciendo, nos sería casi imposible contestar.
En las apacibles alamedas del huerto suenan gorgeos y risas; sobre el césped pasan como una tromba dos figuras humanas que se persiguen; se bromea, se suelta a los perros para que hagan ruido; se caza a los gatos de la vecindad que se dan las citas amorosas en el molino; se juega al escondite detrás de los montones de heno y de los setos.
Jamás se atrevía a llamarla por el diminutivo, pareciéndole Nucha nombre de perro más bien que de persona; y cuando don Pedro se resbalaba a chanzonetas escabrosas, el capellán, juzgando que consolaba a la señorita Marcelina, tomaba asiento a su lado y le hablaba de cosas santas y apacibles, de alguna novena o función de iglesia, a las cuales Nucha asistía con asiduidad.
Como esta evolución del ánimo de Bermúdez se le reflejó en la cara, y se la tornó risueña y apacible, y fueron también risueñas y apacibles sus palabras, Nieves renunció al propósito con que se había levantado de revelarle el secreto, en la mejor forma que pudiera, si continuaba el pobre hombre en las torturas de la víspera.
Palabra del Dia
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