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Actualizado: 18 de julio de 2025
Todo me anuncia una buena noticia. La desgracia no puede durar tanto tiempo, ¿no te parece? Es como la mala suerte en el juego: acaba por pasar; lo que importa es tener fuerzas para resistirla... Debería sentirme satisfecha. La emoción apenas me ha dejado dormir esta noche... He pasado de los treinta; ya sabes: esos treinta mil francos que parecían antes el límite de mi suerte.
Don Félix se esconde, accediendo á los ruegos de su amada, y averiguando desde su escondite que Don Antonio es el mismo caballero, herido por él en Granada; y aun cuando este descubrimiento lo soliviante naturalmente, al presenciar los extremos amorosos del visitante con su dama, le es ya imposible contenerse: preséntase con la espada desnuda, y, cuando ambos combaten, se anuncia la llegada de Don Iñigo.
Al pueblo siempre anuncia la campana Lo que ha sido, lo que es, lo que será: Cuando á su trono se alza soberana La virtud que combate á la maldad; Y cuando los tiranos en su cuello Han posado su planta ignominiosa ¡Ay! entonces resuena dolorosa Cual llorando perdida libertad.
Pero la vida norteamericana no nos ofrece aún un nuevo ejemplo de esa relación indudable, ni nos lo anuncia como gloria de una posteridad que se vislumbre. Nuestra confianza y nuestros votos deben inclinarse a que, en un porvenir más inaccesible a la inferencia, esté reservado a aquella civilización un destino superior.
Desde las diez del día comienzan a dar varias vueltas con orden, a toque o ruido de cajas, por la plaza, unos a pie y otros a caballo, en que arman varias escaramuzas y torneos; hasta las doce, a cuya hora se anuncia la festividad con repiques de campanas y algunos tiros de camaretas, a cuya señal concurren todos los del pueblo a la puerta de la iglesia, en cuyo pórtico está colocado el real retrato en el lado correspondiente al evangelio, en un cajón, con sus puertas y cortinas interiores, y al lado opuesto están las armas reales pintadas en la pared o en lienzo.
El cabeza de barangay una vez que hay dispuesto un trabajo, anuncia con tiempo á sus polistas el día que han de salir á hacerlo, y el que quiere redimirse de él da 12 cuartos y con ellos paga su jornal.
LEONOR. Si necesitas mi sangre, aquí la tienes. MANRIQUE. ¡Leonor! ¡Qué desgraciada en amarme has sido! ¿Por qué, infeliz, mis amores escuchaste? ¿Y no me aborreces? LEONOR. No. MANRIQUE. ¿Sabes que presa mi madre espera tal vez la muerte? ¡Venganza infame y cobarde! ¿qué espero yo...? LEONOR. Ven... No vayas... Mira, el corazón me late, y fatídico me anuncia tu muerte. MANRIQUE. ¡Llanto cobarde!
Lo demás, lo que se refería a la esbeltez, lo había hecho la raza, decía doña Anuncia, que se picaba de esbelta, porque era delgada.
Sabe usted por un periódico la hora a que empieza el teatro, y algunas veces la función que se representa, es decir, siempre que la función que se representa sea la misma que se anuncia: esto, al fin, sucede algunas veces.
El gaucho argentino no bebe si la música y los versos no lo excitan , y cada pulpería tiene su guitarra para poner en manos del cantor, a quien el grupo de caballos estacionados en la puerta anuncia a lo lejos dónde se necesita el concurso de su gaya ciencia. El cantor mezcla entre sus cantos heroicos la relación de sus propias hazañas.
Palabra del Dia
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