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Actualizado: 19 de junio de 2025
Anduve detrás de mi madre, cogido a su falda, sin dejarla hacer nada, hasta que vino el viejo Irizar, con su traje negro y su sombrero de copa, y me tuve que sentar junto a él en el banco del centro. Poco a poco fueron entrando mujeres vestidas de luto, que se arrodillaban, extendían paños negros en el suelo, desarrollaban la cerilla amarillenta y la encendían.
Las ovejas, que llaman huanacos, son de dos géneros, domésticas y monteces, de que usan para carga, andar á caballo y otros ministerios, como usamos de los caballos: y en esta jornada, por estar malo de una pierna, anduve mas de cuarenta leguas en una. En el Perú portean las mercaderias en ellas.
Señor conde, tiene usted una alhaja en este muchacho... sobre todo es mozo formal y de palabra. Señor cura, si no fuí á ayudarle á usted á arreglar la huerta, fué porque estos días anduve muy ocupadado preparando las cuentas... Bien, hombre, bien; yo no te he preguntado nada. No hago más que referir tus méritos y cualidades al señor conde. Es que entiendo bien las indirectas.
Quiere a toda costa que sean de seda, y por más que anduve todos los comercios, no las hay. No tiene más remedio que encargarlas. ¿De seda? ¡Madre! Entonces se nos va a casar. Yo no sé nada de eso, señorito se apresuró a replicar la criada con señales de turbación. ¡Quita allá, hipocritona! exclamó riendo. Tú lo sabes como yo y como todo el mundo... ¿Y para cuando? Le digo que no sé nada.
Así habla Leibnitz, uno de los hombres mas eminentes de los tiempos modernos, y de quien Fontenelle ha dicho con razon, que «conducia de frente todas las ciencias.» Véase pues si anduve descaminado al recomendar al estudio de aquellos autores, á quien desee adquirir en filosofía conocimientos profundos.
Y como le vi trasponer, tórneme a entrar en casa, y en un credo la anduve toda, alto y bajo, sin hacer represa ni hallar en qué. Hago la negra dura cama y tomo el jarro y doy comigo en el río, donde en una huerta vi a mi amo en gran recuesta con dos rebozadas mujeres.
Yo anduve en el asunto. Ya recuerdo haberte oído contar algo de eso. ¿Pero qué tengo yo que ver con Josefita Pandero ni con esas señoras Remolino...?
Yo fuí para la desdichada madre de aquella niña un hermano: comí pan seco y duro, dormí sobre el suelo, anduve sin capa en el invierno, viví en una calurosa buharda en el verano, llevé mi ración entera, y mi soldada entera de bufón, á aquella pobre madre abandonada, y cuando poco después murió, empeñé mi soldada por muchos meses para comprarla un nicho en el panteón de la parroquia, donde durmiese tranquila.
Palabra del Dia
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