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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
Las entradas y salidas que hemos visto y andado en estas sierras son innumerables, todas transitables con carruajes. Fuera de estos sitios tan anchos referidos, desde el Cerro de la Tinta hasta la de Cuello, son las sierras muy bajas: por la mayor parte de ellas se puede transitar á caballo, y dar vuelta á su cumbre, solo tal cual que abunda de peñazcos.
Poco á poco, Germán, exclamó entonces un escudero de rudas facciones, cuyo robusto cuello y anchos hombros revelaban su fuerza. Tomáis los insultos de esta gente con asombrosa calma, y yo no estoy dispuesto á que me llamen parlanchín sin más ni más. El barón de Morel ha dado pruebas repetidas de lo que puede y vale, pero ¿quién conoce á estos caballeritos?
A los diez meses de casados, tuvo Facia una niña; y sin llegar a cumplirse el año, su marido, que había desaparecido del pueblo una semana antes, volvió a casa de noche, roto y desgreñado; dio dos bofetones a su mujer porque le preguntó cariñosamente cómo le había ido, por dónde había andado y a qué venía; y mientras la amenazaba con abrirla en canal si contaba a nadie que no le había visto el pelo desde la semana anterior, hizo apresuradamente un lío con las baratijas que le quedaban en casa y con otras, al parecer, semejantes que fue sacando de los anchos bolsillos de su ropa, y sin despedirse de Facia desapareció de la casa y del pueblo, perdiéndose en la oscuridad de los montes... hasta hoy.
Tras un macizo de plantas estalló de pronto, como un cohete, el sonido de un piano, con acompañamiento de golpes de timbre. Isidro miró con admiración al muchacho de boina, pañuelito al cuello y anchos pantalones de odalisca que daba vueltas al manubrio. Pero ¡qué talento tenía aquel golfo! ¡Qué musicazo! Nunca había experimentado Maltrana igual impresión: ni en los mejores conciertos.
Eran hombres que se habían echado el alma á las espaldas, de rostros tostados por el sol y grandes y espesas barbas; sus pantalones, cortos y anchos, estaban sostenidos por un cinturón, que á veces cerraban placas ó hebillas de oro, y del cual pendía siempre un gran cuchillo, y en algunos casos un sable.
Las mujeres usan el mismo traje que las igorrotas, con la única diferencia de ser de color blanco, así como el de los hombres, muy aseado, y bordadas las orillas de colores cuando están de gala; desde la muñeca al codo se atan unos anchos brazaletes de abalorios de colores, tan apretados, que les suele producir inflamación en el brazo y la mano.
Sánchez Morueta, después de una hora de incesantes paseos, se dejó caer en uno de los sillones ingleses, anchos y profundos, tocando antes un botón eléctrico. Entró un ordenanza con aire azorado. Tráeme un café.... pero bien fuerte.
O sy será bien no mouer agora nada hasta ver que viene de mi muger, q. en tantas esperanzas me entretiene, pues aún no está tan cerca la partida de Mos de Neuers. Embio a V. Ex.^a vnos guantes de Perro, mucho más delgados, y más anchos, q. los q. le lleué la otra noche. Y crea V. Ex.^a q. de mi sangre y pellejo haria yo medicina para su salud.
Y el soplado personaje, que se sentía dominado por aquellos seis diablillos en cuanto se relacionara con su empresa electoral, no tenía más remedio que parar su caballo cuando se le acercaban los animales, fijarse en ellos, y comenzar a gritar como un energúmeno: ¡Oh!... ¡Magníficos! ¡Qué gallardía! ¡Qué cuarto trasero! ¡Qué anchos! ¡Soberbia raza! ¿Son de usted, buen hombre? preguntaba por remate al conductor.
El sol de otoño inundaba el cuartujo monástico donde eran recibidos los embajadores. Don Alonso respiró al entrar un tufo de ungüentos medicinales. Dos anchos bufetes cargados de papeles ocupaban el fondo. En uno de ellos trabajaba Rodrigo Vásquez, en el otro un hombrecillo hirsuto y barbinegro que don Alonso no conocía.
Palabra del Dia
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