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Actualizado: 26 de julio de 2025
El lector podrá ver así si el tiempo ha sancionado o corregido los juicios que los hombres y las cosas de aquel tiempo y en aquella parte de América sugirieron al autor. Diciembre, 1903.
Atilio Castro, que se burlaba del coronel, estando siempre en desacuerdo con sus opiniones, parecía impresionado por tal prodigio histórico. Estos ya no son sus tiempos, don Marcos. Vamos á ver cosas muy nuevas. América, que hace un siglo era una simple colonia de Europa, tal vez la proteja ahora y la salve.
Ese hombre se comerá lo que quiera, y hará muy bien si es que le dejan, pues tales son las leyes de la vida; pero va a prestar a la civilización un gran servicio. Hombres como él son los que han hecho la América que nos atrae y los que la harán todavía más grande.
M. Martigny, uno de los pocos franceses que habiendo vivido largo tiempo entre los americanos, sabía comprender sus intereses y los de Francia en América, francés de corazón que deploraba todos los días los extravíos, preocupaciones y errores de esos mismos argentinos a quienes quería salvar, decía de los antiguos unitarios: «son los emigrados franceses de 1789; no han olvidado nada ni aprendido nada». Y efectivamente: vencidos en 1829 por la montonera, creían que todavía la montonera era un elemento de guerra, y no querían formar ejército de línea; dominados entonces por las campañas pastoras, creían ahora inútil apoderarse de Buenos Aires; con preocupaciones invencibles contra los gauchos, los miraban aún como sus enemigos naturales, parodiando, sin embargo, su táctica guerrera, sus hordas de caballería y hasta su traje en los ejércitos.
Soñar con la implantación de una edad de oro desconocida en la historia, consagrar en las instituciones el ideal de los poetas y de los filósofos publicistas de la escuela de Clarke, que escribía en su gabinete una constitución para un pueblo que no conocía, es simplemente pretender substraernos a la ley que determina la acción constante de nuestro organismo moral, idéntico en Europa y en América.
Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros.
«Estos materiales nos hacen conocer de una manera satisfactoria la constitucion de dos grandes regiones de la América meridional, cuya extension reunida es tres veces mayor que la de la Francia; y á mas, sus resultados puestos en combinacion con las observaciones anteriormente recogidas en esa parte del mundo por otros viageros, nos dan las probabilidades mas justas sobre la naturaleza, hasta entónces ignorada, de los terrenos de las otras regiones, que componen el interior de ese inmenso continente.
Gracias, oh madre antigua, por el presente regio que a la abundancia sumas de tus pasados dones. ¿Qué más que la embajada de tu poeta egregio, qué más que su exquisito y vasto florilegio para sellar afectos y sugerir uniones? España: está en el mundo tu alta misión fijada; en sueños de conquista tu acción total se inspira, tu historia está en América, en Flandes y en Granada.
Indudablemente, pero es una simple aspiración nacional, egoísta en su patriotismo, exclusiva en su ambición, pero que no está revestida, como antes dije, de los caracteres de un principio de justicia, de derecho natural, que sea capaz de imponerse a la América entera.
Afortunadamente no es así; entre aparentes contradicciones, Dios triunfa siempre; entre huracanes y nublados, el sol siempre brilla. Mi mujer me esperaba con impaciencia; almorzamos en el restaurant de la calle del Banco, y empleé la tarde en escribir para La América, el primer artículo sobre la Europa. De este modo dió fin el dia vigésimo. =Dia vigésimo=. Historias. ¡Pobre Luisa!
Palabra del Dia
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