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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Pero ahora resulta que soy dromedario por ser sacerdote.... La verdad; eso, Belarmino, es una grosería, impropia de ti. Belarmino hizo un gesto conmiserado, resignado, como diciendo: tendré que metérselo en la boca con cuchara. Y explicó la ya conocida alegoría del dromedario y el camello, dejando boquiabierto al fraile. Concluyó Belarmino, ya en su jerga privativa.

Los de Lope de Vega, objeto ahora de nuestro examen, le son inferiores en este concepto. La alegoría, sin profundidad psicológica, es sólo representada grosera, no mediatamente; se echa de menos en ellos la abundancia y la delicadeza de las alusiones morales, y el profundo misticismo con que sus sucesores sellaron é idealizaron todas sus creaciones, iluminando al orbe con la luz del espíritu.

Pabón, lo mejor es que no se tenga por hecho, sino por mero símbolo, alegoría y prefiguración de hechos reales ocurridos más tarde.

Y francamente, una parábola, una alegoría tan continuada, sería insufrible, si no fuese de Goethe. Parecería, además, una puerilidad enojosa y cansada. ¿A qué esas imágenes, esos misterios, ese estilo figurado, para exponer doctrinas? Aunque se ven a las claras bajo el velo trasparente de la alegoría, aún se verán mejor sin ese velo. La poesía se asemeja en esto a la religión.

En el centro de la estancia una lámpara de bronce, pendiente del techo por una cadena, derramaba luz más viva, clara e intensa que la producida por la combustión de la cera y del aceite. Casi debajo de la lámpara había un atril y en el atril un gran libro manuscrito en pergamino. El Padre Ambrosio se acercó al libro y dijo: Esta es la Alegoría de Merlín.

El Fausto vivo y humano, el doctor melancólico, el remozado por la bebida mágica, el amante natural, como son todos los amantes; de la natural, viva y real Margarita, se queda por allá con las Madres, y sólo vuelve su sombra, su idea pura, un símbolo, una alegoría tan diáfana y clara, que más no puede ser.

La prudencia, el buen sentido en las cosas pequeñas, se funda en los mismos principios que la sabiduría en las grandes. Sigamos la alegoría, y veamos lo que el buen sentido indicaria en dicho caso.

Seguramente no sera negativa la respuesta á estas preguntas. La verdad es, sin embargo, que lo dicho no es aplicable á los autos. No se trata en ellos simplemente de aisladas personificaciones poéticas; nos vemos trasladados en un todo al terreno de la alegoría; nos hallamos entre figuras abstractas é ideales, y hasta las históricas que se nos presentan adquieren personificación alegórica.

Con gran parsimonia y lucimiento, fué recorriendo las calles de Sevilla la alegoría del Piadoso Eneas de las Españas, sin que nada se opusiera á su esplendor, siendo todo del particular agrado de Felipe V, cosa que colmó en extremo los deseos de los alfayates, los cuales, con el fin de que su acto quedase inmortalizado, mandaron escribir y publicaron un folleto describiendo toda la fiesta, folleto que fué impreso el mismo año de 1729 por la viuda de don Francisco Leefdael, y en el cual se leían estas palabras al frente del soneto dedicatorio: Al muy alto y muy poderoso monarca, árbitro de dos mundos, á Felipe V, el animoso rey de las Españas, el gremio de sastrería de Sevilla humilde saluda y reverente obsequia.

Allí pelearemos como buenos; y si al fin caemos vencidos, lo haremos envueltos en la sagrada bandera del progresoEsta alegoría militar, causó excelente impresión entre los vecinos, y contribuyó no poco a la entusiasta acogida que el periódico obtuvo.

Palabra del Dia

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