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Actualizado: 11 de junio de 2025


¡Ah, qué misterios hay en la inteligencia humana, y qué fenómenos tan extraños en sus relaciones con la palabra humana! ¿Por qué fracasó el discurso del aragonés? ¿Fracasó por la reunión diabólica de mil accidentes, ajenos á la naturaleza de su notable ingenio y de su fácil palabra? ¿De quién fué la culpa, de él ó del público? Aquí hay otro gran misterio.

Otras veces, viendo bautizar hijos ajenos, había pensado que era ridículo aquello de echar los demonios del cuerpo, o cosa por el estilo, a los inocentes angelillos que iban a recibir las aguas del bautismo.

En el año de 1641 fué nombrado caballero de la orden de Santiago . He aquí todo lo que se sabe de su vida, siendo también desconocida la fecha de su muerte . Una colección de sus comedias, en dos tomos, apareció en Madrid en 1640 y 1645: en el prólogo del segundo se anuncia la publicación de otro tercer tomo, pero parece que éste nunca se publicó; otras muchas comedias, ya escritas sólo por Rojas, ya con otros poetas, existen aún en impresiones aisladas . Rojas se queja en el prólogo del segundo tomo de sus comedias, que en Sevilla se han dado á luz algunas de autores poco conocidos, como si fuesen de otros famosos, y que él ha visto una, titulada Los desatinos de amor, como si fuera suya, cuando bastante tiene con sus desatinos propios para cargar también con los ajenos.

Al cabo la Providencia deparó a Rosalía el suspirado auxilio por mediación de aquel Gonzalo Torres, amigo constante de la familia, el cual les visitaba tan a menudo en Palacio como en la casa de la Costanilla. Solía manejar Torres dineros ajenos, y a veces tenía en su poder cantidades no pequeñas, de las cuales sacaba algún beneficio durante la breve posesión de ellas.

El primer paseo por toda ciudad monumental debe hacerse sin cicerone y sin Guía escrita, única manera de formar juicio propio de las cosas y admirarlas, ó no admirarlas, independientemente de sugestiones y comentarios ajenos.

Novillo, a tientas, abrió el maletín; extrajo de él un tarro que había sido de aceitunas y que estaba lleno de agua clara; se sacó con disimulo la dentadura postiza y la metió en el tarro. No podía dormirse con aquellos dientes ajenos, porque le mordían, a pesar suyo, la lengua, como si el antiguo propietario viniese, a favor de las tinieblas del sueño, a vengarse del macabro usufructo.

Había llegado a confesar a quien quería y cuando quería. Su memoria para los pecados ajenos era portentosa. Hasta de los morosos que tardaban seis meses o un año en acudir al tribunal de la penitencia, recordaba la vida y flaquezas.

Nada fácil es responder categóricamente á tales preguntas. La afición á las diversiones mímicas es tan ingénita en el hombre, y tan natural su desarrollo, que los pueblos no necesitan apelar á elementos ajenos para formarlo. Que hayan existido en la Italia, Alemania, Francia, etc., de la Edad media, no es prueba suficiente para afirmar que hayan sido heredados de otros pueblos.

En el Prólogo al Lector, que preceda á la primera edicion, advierte el impresor, que por ausencia del Autor se habian cometido algunos defectos, que solo su presencia podia haber remediado; en esta se ha procurado enmendarlos en lo posible, sin faltar á la exactitud y circunspecion, con que debe procederse en los trabajos ajenos.

Y allí, fuera del pueblo, en las aldeas vecinas adonde le llevaban a menudo los cuidados de la hacienda propia y negocios ajenos, llegó a ser, valga la verdad, el Abraham Pater Orchamus irresponsable de un gran pueblo de hijos naturales, muchos adulterinos.

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