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Atravesó luego la taberna, el restaurant y entró en la sala de billar. Melisa no estaba allí. De pie, al lado de una de las mesas, había un individuo que llevaba en la cabeza un sombrero de hule con anchas alas, que el maestro reconoció en seguida por el agente de la compañía dramática. Era un hombre eminentemente antipático por la manera de llevar la barba y el pelo.

Samper, más desesperado aún por el retraso del viaje que por la vergüenza sufrida, se había desbordado en palabras de indignación. Los presentes compartíanla con él y censuraban acremente a Tristán, a quien García no osaba apenas defender. El desgraciado agente, sin ir a su casa, tomó otra vez el tren. Pocos días después un hombre enlutado se presentó en casa de Tristán. Era Samper.

Con estas, que podriamos llamar especiales, este medicamento desenvuelve un gran número de modificaciones de la sensibilidad y de la contractilidad, modificaciones que constituyen á la belladona en un agente terapéutico precioso y especial.

Si pues el entendimiento humano se pusiese en acto por la participacion de las formas inteligibles separadas como opinaron los platónicos, el entendimiento humano se conoceria á mismo por la participacion de ellas; pero como es natural á nuestro entendimiento en la presente vida el entender con relacion á las cosas sensibles, no se pone en acto sino por las ideas sacadas de la experiencia sensible por la luz del entendimiento agente que es el acto de las cosas inteligibles; y así el entendimiento no se conoce por su esencia sino por su propio acto.

Los lunfardos dicen, con ese motivo, cuando dan con algún agente que aún tiene paciencia para oírles sus disculpas y lamentos: ¡Vea, señor!... ¡Más vale ser caballo de tramway que pillo conocido! Seguir a un pícaro en nuestras calles, tan llenas de movimiento, es un trabajo que no valora sino el que lo realiza.

Esto último no pudo permanecer oculto a don José; pero respecto a la sospecha de ser Tirso agente subalterno de los carlistas, nada quiso decir Pepe a su padre, convencido del disgusto que había de experimentar.

Había instantes en que experimentaba tristeza mirándose convertido en agente de la notoriedad ajena; pero luego, considerando que así se hacía útil, quizá necesario, al dueño de la mujer amada, y que cuanto más le favoreciese más se acercaba a ella, redoblaba su actividad y hacía prodigios para aguzar el ingenio.

Uno de los más asiduos y animados concurrentes era el agente de cambios, M. Steimbourg. La aventura de Parthenay habíale ligado a L'Ambert con lazos más estrechos. M. Steimbourg pertenecía a una buena familia de israelitas convertidos; su cargo valía dos millones y poseía una fortuna de medio millón, de suerte que ya se podía trabar amistad con él.

Sus negocios marchan bien y ha tenido que alquilar otro cuarto del mismo piso para establecer en él un diminuto escenario, donde da las lecciones y hace los ensayos y al que llama pomposamente su conservatorio. Campistrón no es un simple agente dramático; es también un innovador, pues ha inventado un nuevo método de canto: el canto de vientre.

Después de durar largo tiempo esta confusión, y cuando el alcalde no sabe qué hacer, el agente del Prior de Ocrato revela de improviso todo el enredo, esperando escapar así del castigo que le aguarda.