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Actualizado: 11 de junio de 2025
Luego que lo advirtieron, tomaron todas las avenidas, y no hallando otro recurso que el de salir huyendo por la puerta de la calle: se resolvieron á egecutarlo, pero acometidos de un furioso tropel de criollos, los iban matando así como iban saliendo, hasta dejarlos despedazados é inconocibles.
Se estaba muy bien en casa de Copa oyendo á este hombre. ¡Qué cosas se le ocurrían!... Pero el marido de Pepeta se mostró sombrío, y muchos advirtieron en él la mirada de través, aquella mirada de homicida que conocían de antiguo en la taberna, como signo indudable de inmediata agresión.
No tardó en retirarse Antoñita, cuya desaparición no advirtieron ni Amaury ni Magdalena, y aun podría asegurarse que ambos la creían presente cuando al dar las once se les acercó la señora Braun, para recordar a Magdalena que su padre no permitía que se acostase más tarde. Hubieron, pues, de separarse por fuerza, no sin hacerse las más tiernas promesas para el día siguiente.
Creyeron siempre los Griegos que nuestros Catalanes fueran como los Alanos y Turcoples, que no se les levantaban los pensamientos á más que vivir con una triste y miserable paga; pero cuando vieron provehidos en ellos los oficios de César, Megaduque, Senescal y Almirante, y que tenian brios para aspirar á los que quedaban, advirtieron su daño, y comenzaron á sentirse de que las fuerzas y honras del Imperio se pusiesen en manos de extranjeros.
Pues vete a tu puesto, y en cuanto a nosotros, pongamos manos a la obra. Los cuatro bajaron a la estiba y fueron trasladando los barriles al pie de la escotilla para subirlos después a la cubierta. Habían separado apenas tres, cuando advirtieron que todo el lastre estaba mojado. ¡Calle! exclamó el Capitán . ¿Qué quiere decir esto? ¿Se ha roto algún barril o hace agua el junco?
Los españoles orgullosos con las victorias alcanzadas en todo el siglo XVI no advirtieron los males que comenzaban á fatigar estos reinos, ni quién era el único causador. Ya en el XVII habian arreciado de tal manera que fué preciso buscar el remedio, si no se queria ver hundida para siempre en la mayor miseria la península hispánica. Pero ya todo era en vano.
Mas buscar en el fecundo seno de la Naturaleza las causas de las cosas, le dijeron que era revolver impurezas de la materia; bucear en la conciencia para iluminar su razón con la Verdad, lo tacharon de impío; leer la vida de los pueblos, lo motejaron de trabajo estéril, porque el dedo de la Providencia traza los destinos del hombre; escuchar los latidos de su corazón, le advirtieron que era rendirse al deleite, y contra el amor pusieron en sus labios, pervertidas y desvirtuadas, las palabras de Cristo a su madre: ¿Qué tengo yo contigo, mujer?
Soplaba del Sur un viento fresco, que empujaba la chalupa. Los salvajes, que advirtieron la maniobra de sus tripulantes, lanzaron rabiosos gritos que se oyeron, aunque aún lejanos, y a poco desplegaron dos pequeñas velas triangulares más, ayudándose también con los remos. ¡Ya lo decía yo! ¡Esa canalla quiere abordarnos! exclamó Van-Horn al advertir esa maniobra.
Cuando Pierrepont y Fabrice se aproximaron a la placa para fijar los cartones, advirtieron a Beatriz sentada en el campestre banco: Beatriz trabajaba en su tapicería. Los dos hombres cambiaron una mirada. Uno y otro sabían que la avenida de los arrayanes era para Beatriz un lugar favorito de paseo y de retiro.
Lo mismo ella que su tía se pasmaron de ver en el semblante del joven una alegría inusitada, Los ojos le brillaban, y hasta en la manera de saludar a D. Francisco advirtieron algo extraño, que las llenó de alarma. «Hola, D. Paco; yo bien, ¿y usted?... Y doña Silvia y Rufinita, ¿siguen tomando los baños del Manzanares?». Este lenguaje tan confianzudo, era lo más contrario al temperamento y a la timidez de Maxi.
Palabra del Dia
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