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No por eso se expatria mentalmente el que lo hace. ¿Quién más español que Lope? Y Lope, no obstante, era tan imitador y tan apasionado admirador de los italianos, que llegaba a exclamar: ¿Cómo he de competir con ellos, que son ...solos y soles, yo con mis rudos versos españoles?

En Madrid no encontraba quien le diese pan, pero siempre volvía a casa con los bolsillos llenos de papeles. Los camaradas le ofrecían periódicos para que leyese sus artículos; los autores le regalaban libros con pomposas dedicatorias. «Al erudito y notable escritor Isidro Maltrana, su admirador...» ¡Le admiraban! ¿Por qué? Tal vez por su miseria.

Entonces, por segunda vez, se encaminó hácia el Continente Europeo y presenció la coronacion de Napoleon I, de cuyo génio militar y político era apasionado admirador, y cuatro años despues vibraba en sus oidos el grito de independencia ó muerte dado por los españoles al lanzarse al campo para estorbar por medio de las armas el poderoso vuelo de las águilas invasoras.

Aun el preceptista de aquel tiempo menos especulativo y más practico, que fue Jusepe Martínez , gran admirador de los italianos, aconseja al pintor católico que la elección de las pinturas que se deben hacer para ser veneradas no sean hechas con extravagantes posturas y movimientos extraordinarios, que mueven más a indecencia que a veneración; y en otro lugar añade que en las pinturas religiosas antes se atienda a la devoción y decoro que a lo imitado: llegando a decir que el fin de estas profesiones de escultura y pintura no se ha introducido para otra cosa sino para adoración y veneración a sus santos; por cuyo medio Su Divina Majestad ha obrado infinitos milagros.

Por eso, hasta llegar a la calle de Jorge Juan, no advirtió la presencia de un joven que desde la acera contraria y caminando a la par con ella la miraba con más admiración aún que curiosidad. Al llegar aquí, sin saber por qué, levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con los de su admirador. Un movimiento bien perceptible de disgusto siguió a tal encuentro.

El desconocido ha dicho que se llamaba Bellver y que vivía en tal parte. Después, rápido, nervioso, ha levantado su sombrero y se ha ido. Y Azorín se ha vuelto hacia Sarrió y le ha dicho: Paréceme, Sarrió amigo, que acabo de ganar una gran batalla. Este hombre que se ha acercado a es un admirador mío. Yo no le conozco, pero él ha querido expresarme sus simpatías.

La condesa se retiró al fin muy contenta de su campaña y no tenía por qué no estarlo, pues por la primera vez, desde muchos meses atrás, se ocupaba Juana de otro hombre que no fuese Monthélin. Había comprendido muy bien lo que la señora de Lerne le había dicho con insinuaciones y palabras solapadas, a saber, que tenía en su hijo Jacobo un admirador fervoroso.

¿Por qué no? ¿A quién se le ocurre más que a ti tomarse un disgusto por tener un admirador tan platónico? ¿Has recibido alguna carta? ¿Te ha dicho alguna palabra al paso? Eso es lo que menos importaba. Lo que me excita los nervios es la persecución.

Desde que Juanita tuvo seis años don Pascual, prendado de su despejo y de su viveza, se había esmerado en enseñarle a leer y escribir, algo de cuentas y otros conocimientos elementales. Juanita había tenido en el maestro de escuela un admirador constante y útil, porque había sido para ella, a falta de aya, ayo gratuito y celosísimo.

A este llamamiento, todo el faubourg Saint Germain de Buenos Aires, se presentó al día siguiente. ¡Cómo se elogiaban los méritos de la señora doña Medea Berrotarán! ¡Cómo se condolían de la triste situación de mi tío! ¡qué dolorosa pérdida había experimentado! ¡Hasta don Buenaventura había dejado sus múltiples ocupaciones literarias para asistir al entierro! ¡Cómo no premiar treinta años de vasallaje, mudo, entusiasta, admirador de todas sus hazañas y desgracias!