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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Y como ya es de noche y me siento fatigado por el precipitado trajín, por el viaje, por el cansancio, me retiro a casa con ánimo de acostarme. Sin embargo, no parece bien que estando Sarrió en Madrid, yo me acueste tranquilamente sin haberle visto. Por lo tanto, no me acuesto. Es posible me digo que vaya al teatro esta noche. ¿A qué teatro? ¿A un teatro honesto o a un teatro levantisco?

Pues nada... Estaba la noche tan hermosa que no tuve ganas de acostarme... y andaba dando vueltas esperando el sueño. Está bien repuso mirándole de arriba abajo con ojos recelosos y severos. ¿Y aún no te ha llegado el sueño? No, señor. Pues mira, hijo, lo mejor que puedes hacer es irte á la cama, porque te expones á quedar dormido en mitad del arroyo.

Torné a acostarme, y a los pocos momentos, se repitió el suceso con idénticos resultados, y dos y tres veces más, hasta que llegué a suponer que el hombre se hallaría en algún apartado rincón del corredor, el cual, por ser abovedado, transmitiría el eco de la tos, haciéndola oírse como si fuese en la puerta misma de mi alcoba.

Mejor me está a una hoz en la mano que un cetro de gobernador; más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un médico impertinente que me mate de hambre; y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de holanda y vestirme de martas cebollinas.

Pero antes de adoptar ningún plan definitivo decidí acostarme con el fin de que el sueño amansase mi furor, teniendo por bueno aquel proverbio que dice que «la noche es buena consejera». Y así debe ser en efecto, porque al otro día me levanté completamente tranquilo; aquellos planes sanguinarios de la víspera, se habían trocado en resoluciones mucho más parlamentarias, y yo me resolví a aguardar la noche para llamar a su puerta, y una vez que me abriese arrojarme a sus pies, y repetirle verbalmente lo que ya le había dicho en mi carta.

Yo procuraré que esto no dure mucho. Ahora vengo de la redacción. Quiero ponerte dos letras antes de acostarme para que no digas que no te escribo. Estoy cansado. Esta vida precipitada me fatiga. No estoy en mismo. He de escribir muchas cosas que no tengo ganas de escribir. He de hablar mucho con gentes a quienes apenas estimo. ya sabes que yo hablo poco.

Pero, hija mía, si acababa de acostarme.... ; pero hace mucho tiempo que la cosa estaba próxima... estaba coronado... y no se te decía por no asustarte... ¡hubo peligro!...

Si volvía a casa más tarde que yo, entraba y se acostaba con tal cautela, que nunca me despertó; si se retiraba más temprano, me aguardaba leyendo para que pudiese acostarme sin temor de hacer ruido. Por las mañanas nunca se despertaba hasta que me oía toser o moverme en la cama.

Si volvía a casa más tarde que yo, entraba y se acostaba con tal cautela, que nunca me despertó; si se retiraba más temprano, me aguardaba leyendo para que pudiese acostarme sin temor de hacer ruido. Por las mañanas nunca se despertaba hasta que me oía toser o moverme en la cama.

Ya se me ocurrió; pero se me había levantado tal dolor de cabeza que tuve que acostarme y tomar antipirina. ¡Potingues! ¿Qué mejor antipirina que yo? Quiso él entonces abrazarla por quitarle el enojo, mas ella levantándose de su lado le dijo muy seria. Todo eso está muy bien y el cuadro de familia interesantísimo. Para evitar que se repita, esta tarde me llevas a comer a cualquier parte.

Palabra del Dia

commiserit

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