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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Medio por curiosidad, medio por broma, pero todos de buen humor, siguieron los mineros a entrambos lados del carro; unos delante, otros detrás del sencillo ataúd; pero sea por la estrechez del camino o por algún sentimiento momentáneo e instintivo de piedad, a medida que adelantaba el carro, el acompañamiento se retrasaba en parejas, guardando el paso y tomando el aspecto de una solemne procesión.

Mientras el acompañamiento desfilaba, con lentitud de duelo, por las calles mal empedradas de León, el tren corría, corría, dejando atrás las interminables alamedas de chopos que parecen un pentagrama donde fuesen las notas verde claro, sobre el crudo tono rojizo de las llanadas.

Ya veis ese navío español: aparejado y equipado como está, vale muy bien... treinta mil piastras... ¡yo pago cuarenta mil, muchachos, yo! lo compro sobre mi parte de la presa, a fin de tener el placer de ofrecer a la tripulación de El Gavilán un castillo de fuegos artificiales con acompañamiento de música. Ya se ha dado la señal. ¡Que cada uno ocupe el sitio que le agrade más!

Lo decía con tal humildad, con un deseo tan vehemente de ver admitido el ruego, que el hijo no osaba repeler su acompañamiento. Para callejear con Argensola tenía que escurrirse por la escalera de servicio y valerse de otras astucias de colegial.

No podía mostrar con más claridad la simpatía por todo lo referente á su persona. Además, el acompañamiento de Watson no podía inspirarle celos. Todos le tenían en el país por novio de la niña de Rojas... Y finalmente se retiraba, aunque de mal talante, para ir á visitar las obras del dique.

No puede encontrar ya otros admiradores que ese monseñor y otros igualmente pedigüeños... Y yo, que soy su hija, la suplico como una mendiga para que me unas migajas con acompañamiento de sermones... ¡Ay, si no hubiese sido por tu madre! Esa que era una gran señora: nunca le lloré en vano; hasta me daba más que yo pedía. sabes indudablemente que le debo algún dinero.

La madre del marqués, vestida como una campesina, y sin otro acompañamiento que el de una muchacha del país, pasaba su existencia en estos salones y jardines, recordando al hijo ausente y discurriendo nuevos medios de proporcionarle dinero. Sus únicos visitantes eran los anticuarios, á los que iba vendiendo los últimos restos de un esplendor saqueado por sus antecesores.

Sin embargo, sin investigar las causas de ello, sintió durante todo aquel día una alegría de niña satisfecha en sus gustos más vivos, y aún más intenso fue su placer al despertar a la mañana siguiente con este pensamiento: «Voy al Vivero a hacer vida de aldeana, a correr, respirar, engordar... alegrar la vida... allí el sol, el agua corriente, el follaje... la salud...» y como un acompañamiento musical que encantaba toda aquella perspectiva, Ana sentía una indecisa esperanza que era como un sabor con perfumes... una esperanza... no quería pensar de qué... Pero ello era que el mundo parecía alegrarse, que la idea del Vivero la fortificaba como un placer positivo, de los que se gozan cuando duran las ilusiones. «Aquel Benítez la estaba rejuveneciendo».

Desde entonces el marqués de Peñalta acompañó todas las mañanas a misa a la primogénita de los Elorza, separándose de ella a la puerta de la iglesia y volviendo a juntarse a la salida. María mostraba recibir mucho placer de este acompañamiento. En cuanto a Ricardo, no es necesario encarecer la dicha que de repente cayó sobre él con el cambio efectuado en la conducta de su novia.

Al finalizar cada acto, se representaba un pasillo cómico ó burlesco, en el cual aparecía el gracioso, diciendo algunas cosas buenas, entre muchas sandeces. En los entreactos había también bailes, con acompañamiento de arpa y de guitarra.

Palabra del Dia

atormentada

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