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Actualizado: 12 de junio de 2025


En tanto, pues, que la morisca cristiana su peregrina historia trataba, tuvo clavados los ojos en ella un anciano peregrino que entró en la galera cuando entró el virrey; y, apenas dio fin a su plática la morisca, cuando él se arrojó a sus pies, y, abrazado dellos, con interrumpidas palabras de mil sollozos y suspiros, le dijo: ¡Oh Ana Félix, desdichada hija mía!

Y, llegándose a él, puso la una mano en el arzón delantero y la otra en el otro, de modo que quedó abrazado con el muslo izquierdo de su amo, sin osarse apartar dél un dedo: tal era el miedo que tenía a los golpes, que todavía alternativamente sonaban.

Hubiese usted sentido orgullo anoche y esta mañana al ver cómo desfilaban miles y miles de varones que han abrazado nuestra causa y desean morir en defensa del beneficioso régimen organizado por las mujeres. El flamante capitán se interrumpió para mirar abajo, extrañándose de la soledad de la playa. Todos los servidores habían desaparecido.

Don José, el P. Jacinto, el tío Gorico y los demás amigos, muy contentos de haber abrazado á D. Fadrique, contentísimo también de verse entre los compañeros de su infancia, emprendieron á caballo el viaje á Villabermeja, que, con madrugar y picar mucho, pudo hacerse en diez horas, llegando todos al lugar al anochecer de un hermoso día de primavera, en el año de 1794.

»¿Por qué pusiste, Dios mío, esta sed inextinguible de amor en el centro del alma? Sin duda para que en lo divino se hartara. Pero, bien lo sabes : yo te he buscado en el centro del alma, y, si por dicha te hallé, fue sólo entre tinieblas, vago, indeterminado, confuso. Así te he amado sobre todas las cosas. Así me he abrazado estrechamente contigo.

Aunque niño, y sin poderme dar cuenta profunda de aquel solemne momento de mi vida, lloré amargamente abrazado de su cuello; sentí su último calor vital con un íntimo estremecimiento de dolor, estreché sus manos descarnadas, me miré en sus ojos apagados y permanecí mucho, mucho tiempo a su lado, sollozando y enjugando mis lágrimas.

Y cogiendo a su hermano en brazos como si fuera un chico lo metió en el coche y detrás se introdujo él. El cochero arreó a la bestia y el carruaje se deslizó velozmente y sin ruido sobre la nieve. Mientras caminaban, Santiago teniendo siempre abrazado al pobre ciego, le contó rápidamente su vida.

Cuando la intentona armada de don César, ella fue quien bordó el estandarte y los corazones de franela que los defensores de la fe llevaban cosidos al chaleco. Los conspiradores sentían hacia ella grandísimo respeto por la fama de santidad de que gozaba, y le profesaban profundo cariño por el entusiasmo con que había abrazado su causa.

Se había levantado de junto á la mesa. Había permanecido algún tiempo de pie. Luego se había sentado en el taburete donde apoyaba sus pies Dorotea. Por último, había abrazado la cintura de la joven. Al sentir el brazo de Juan Montiño, se alzó como se hubiera alzado la mujer más pura.

Un permiso inesperado.... Una breve comisión en París.... Veinticuatro horas nada más.... No pudo seguir hablando. Los dos se habían abrazado, balanceándose con las explosiones de su alegría. Empezó á rasgarse el silencio con unos besos sonoros y escandalosos como los taponazos del champaña. La vieja se levantó, ceñuda y grave. Allí estaba de sobra una persona; no necesitaba que se lo dijesen.

Palabra del Dia

cabalgaría

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