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Por fin tropezó con ciertos bohemios que se prestaron a venderle uno valetudinario y sarnoso. Se lo hicieron pagar bastante caro, visto el afán que por él mostraba. Cuando nuestro fisiólogo se encontró a solas en su laboratorio en presencia de aquel ser, su precursor inmediato, sintió emoción indefinible. Un respeto profundísimo se apoderó de su mente.

Adquirió la prudencia necesaria para apartarse del camino cuando un pasajero avanzaba, siguiéndolo con los ojos, aguachado entre el pasto. Y a fines de enero, de la mirada encendida, las orejas firmes sobre los ojos, y el rabo alto y provocador del fox-terrier, no quedaba sino un esqueletillo sarnoso, de orejas echadas atrás y rabo hundido y traicionero, que trotaba furtivamente por los caminos.

»No todo el mundo puede ser sano, ni todo el mundo puede ser bueno. Yo aun no lo puedo ser, y como no lo puedo ser, al enviarte esta dote a ti, hermana mía, para que puedas vivir con tu marido, pienso que ésta es mi venganza, la venganza del abandonado, la venganza del sarnoso contra el sano, la venganza del miserable con el descendiente de la familia considerado y mimado.

Revueltos con ellos, iban los disfraces de siempre: mamarrachos con arrugadas chisteras y levitas adornadas con arabescos de naipes; bebés que asomaban la poblada barba bajo la careta y al compás del sonajero decían cínicas enormidades; diablos verdes silbando con furia y azotando con el rabo a los papanatas; gitanos con un burro moribundo y sarnoso tintado a fajas como una cebra; payasos ágiles, viejas haraposas con una repugnante escoba al hombro, y los tíos de «¡al higuígolpeando la caña y haciendo saltar el cebo ante el escuadrón goloso de muchachos con la boca abierta.

294 Y con algunos ardiles voy viviendo, aunque rotoso; a veces me hago el sarnoso y no tengo ni un granito, pero al chifle voy ganoso como panzón al maíz frito. 295 A no me matan penas mientras tenga el cuero sano; venga el sol en el verano y la escarcha en el invierno ¿por qué afligirse el cristiano?