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El español pregunta sorprendido la explicación de este suceso; pero el dueño del castillo elude todas sus preguntas, y da las buenas noches á su huésped después de indicar á la del velo que se retire. El embajador, admirado de lo que ha visto, no puede dormir, y su criado, que es el gracioso, cree encontrarse en un castillo encantado.

Mas con esto no queda explicada la idea en misma; se ha dicho lo que no es, pero lo que es; y aunque llevo indicada la imposibilidad de explicar las ideas simples y la necesidad de contentarnos con designarlas, no quiero limitarme á esta observacion, en la cual mas bien parece que la dificultad se elude que no que se suelta.

El autor le ha planteado; pero en la conclusión le elude más bien que le resuelve. Ha hecho bien, después de todo. En el arte agradan y dominan siempre aquellos personajes en quienes resta un fondo inaccesible a las miradas de la crítica. De este modo quedan como algo simbólico y misterioso entrevisto en el crepúsculo de la poesía, que adivina tales naturalezas más bien que las penetra.

Aunque podrian pedirse á Fichte las pruebas de una asercion tan extravagante, me limitaré á insistir en la dificultad que él mismo se propone, y que elude confundiendo las ideas. ¿Qué seria el yo si no tuviese conciencia de mismo? si existir es tener conciencia, cuando no hay conciencia, no hay existencia.

Muchas generaciones de Desnoyers habían preparado su advenimiento á la vida batallando con la tierra, defendiéndola de enemigos, dándole al nacer una familia y un hogar libres... Y cuando le tocaba su turno para continuar este esfuerzo, cuando le llegaba la vez en el rosario de generaciones, ¡huía lo mismo que un deudor que elude el pago!... Había contraído al venir al mundo compromisos con la tierra de sus padres, con el grupo humano al que debía la existencia.

Circourt en su Historia de los moros mudéjares y moriscos elude completamente la cuestion relativa al estado y condicion de los muzlimes entregados á discrecion del vencedor en las ciudades tomadas sin capitulacion, como Córdoba. Por consiguiente venimos á parar á una conclusion semejante á la de Mr.

Responde Fichte que el yo sin conciencia no es el yo, en cuyo caso no existe; pero que la objecion supone una cosa imposible, cual es, el prescindir de la conciencia. «Nada se puede pensar, dice, sin pensar su yo, como teniendo conciencia de propio; no se puede jamás hacer abstraccion de su concienciaRepito que con estas palabras no se suelta la dificultad, se la elude.