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Toda esta parte de la historia de la poesía española, de que Bouterweck habla ligera y superficialmente, espera hasta aquí á un historiador que la estudie y exponga como es debido.

La celeridad con que las escribía, raya en lo imposible, aun no dando entero crédito á las exageraciones cometidas sobre este punto. Erróneo es, sin duda, el aserto de Bouterweck, de que en ocasiones escribió comedias en tres ó cuatro horas; pero el mismo Lope nos dice que más de ciento fueron compuestas en veinticuatro horas.

Habiendo V. estudiado filosofía sin maestro, como yo, debe haber leido á Herder, Bouterweck, Richter, Jouffroi, Schlegel, Burke, Winckelman y tantos otros, y por consecuencia debe saber lo que es estética, palabra derivada del griego, que, si hemos de dar crédito á los que comprenden este idioma, significa sensacion, sentido, facultad de sentir; y por medio de la cual se designa la parte de aquella ciencia que esplica y analiza la teoría de lo bello, de lo agradable y lo sublime.

Sobre este particular se han difundido tantas ideas erróneas, equivocadas y contradictorias, primero por la Huerta, escritor superficial del siglo pasado; después por Bouterweck, que siguió sus huellas, y, por último, por los estéticos y compiladores, que á su vez copiaron á Bouterweck, que cualquiera que acepte tales definiciones y comentarios modernos, ó investigue las verdaderas fuentes, ateniéndose sólo á ellos, carece de medios hábiles para averiguar nunca la verdad.

Sobre esta última, sin duda la más importante, casi se puede sostener que nada se ha escrito, ó por lo menos nada que exceda de los límites de un reducido compendio. Bouterweck, en su historia de la poesía y de la elocuencia, libro de mucho mérito, discurre sobre este punto con notable ligereza, disculpable, en verdad, atendiendo á los escasos materiales de que disponía.

V. también la descripción de estas fiestas en Grester, Bauldry y Arnaud. Warton, Hist. of English poetry, III, 153 y siguientes. Beauchamps, Hist. du théatre français, vol. I. Bouterweck, V. 95 y siguientes.

No obstante, leemos en alguna obra lo siguiente, acerca de esta cuestión: «Las comedias divinas se dividían, desde Lope de Vega, en Vidas de santos y Autos sacramentalesIndudablemente proviene todo esto de varios pasajes de la obra de Bouterweck, cuando hubiese bastado echar una ojeada rápida á las fuentes del teatro español, para no incurrir en tan extraño error.

Carece de fundamento la opinión de Bouterweck, según la cual un poeta castellano había escrito en lengua lemosina un drama en loor de un príncipe también castellano. Zurita, lib. XII, cap. 34. Fernán Gómez de Ciudad-Real, centón epistolar, Ep. 20 y 76. Guzmán, Claros varones, cap. 33.

Distínguese más que ningún otro, por su composición rara y singularmente enmarañada, el Auto da Feyra, cuyo argumento ha expuesto Bouterweck, motivo, en verdad, insuficiente para no darle nosotros la importancia, que tiene, y pasarlo en silencio. En la escena primera aparece el planeta Mercurio, y explica en una larga serie de estrofas la máquina del mundo.

«Obligación debe ser del futuro historiador del teatro español, dice Bouterweck, dar noticias bibliográficas de las varias y diversas colecciones de dramas españoles de distintos autores