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Actualizado: 1 de noviembre de 2025


Los soldados se esparcieron por las ruinas. Julio fué solo hasta el final de ellas, con el propósito de examinar las posiciones del enemigo, cuando, al dar vuelta á un ángulo de pared, tuvo el más inesperado de los encuentros. Un capitán alemán estaba frente á él. Casi habían chocado al doblar la esquina.

Se hablaba generalmente de él como de una pobre criatura bien quebrantada, y ese alejamiento para con su prójimo, que se había atribuido en un principio a su mala voluntad y a la peor de las relaciones, era actualmente considerado como una simple locura. Esa vuelta a mejores sentimientos se manifestaba de distintas maneras.

Todo asalto practicado con escalas extrañas produciría ruidos que alarmarían a los moradores y les harían ponerse en defensa. El Capitán, que había visto ya varias de aquellas casas, dió una vuelta alrededor de los horcones que la sostenían, y encontró dos pértigas que llegaban hasta la primera plataforma, desde la cual advirtió que partían otras dos hasta la casa.

Otra noche volvieron á probar su fortuna, y dieron en las tiendas y alojamientos de los Tribalos, de donde volvieron muy mal tratados. Resolvieron por ultimo remedio desamparar el Castillo, y tomar la vuelta del mar donde estaban las galeras de los Genoveses, en quien pensaban hallar alguna misericordia por no tenerlos ofendidos.

Por lo demás, según imaginaban los otros frailes, Fray Miguel vivía siempre retraído, encerrado en su celda y casi de continuo postrado en cama. Lo que es ahora, bien podemos asegurar también nosotros que Morsamor o Fray Miguel, de vuelta ya de sus excursiones, yacía en cama, en muy mísero estado.

Las excursiones duraban siempre un día. Era condición imprescindible que había puesto Moreno. Y aun así apuraba casi siempre para la vuelta a fin de no llegar después de las siete de la tarde.

Pues señor... al volver de Plencia ya comprometido a casarse y enamorado de su novia, quiso saber qué vuelta llevó Fortunata, de quien no había tenido noticias en tanto tiempo. No le movía ningún sentimiento de ternura, sino la compasión y el deseo de socorrerla si se veía en un mal paso. Platón estaba fuera de Madrid y su mujer en el otro mundo.

Sus compañeros se volvieron. El los miró vagamente, sorprendido también, y se sentó de nuevo. Un momento después dejó la camiseta en el cabo arrollado, avanzó a la borda y se tiró al agua. Al sentir el ruido, los otros dieron vuelta la cabeza, con el ceño ligeramente fruncido. En seguida se olvidaron, volviendo a la apatía común.

Pez charlaba con él algunos ratos de los sucesos políticos; pero comúnmente iba con Rosalía a dar una vuelta por la terraza. Aquel paseo era sosegado y gratísimo, porque la cavidad del edificio defiende a la terraza de los embates del aire, sin perjuicio de la ventilación.

Por esto, al presentir la proximidad de la ejecución, había reclamado días antes sus joyas y el traje que llevaba en el momento que la detuvieron á la vuelta de Brest. El defensor la describía con un «vestido de seda gris perla, zapatos y medias de doradillo, gabán de pieles y en la cabeza gran sombrero con plumas.

Palabra del Dia

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