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Actualizado: 25 de noviembre de 2025
Los animales del patio callaron medrosos, ocultándose en lo más profundo de sus viviendas. Pareció que se inmovilizaba la vida en todo el barrio. A impulsos del dolor, el mestizo había arrojado al caburé contra el suelo de la jaula, huyendo luego hacia la calle.
Vista de lejos, destacábase de las viviendas vecinas, como revelando que había en ella más prosperidad. Nadie hubiera reconocido la trágica barraca del tío Barret.
Casas de un piso alto brindaban á los religiosos cómodo alojamiento, al mismo tiempo que servian de espaciosos talleres para los artesanos: las viviendas de los naturales, colocadas en hilera alrededor de una plaza, estaban dispuestas del mejor modo posible para la ventilacion.
El automóvil rodó toda la tarde, deteniéndose algunas veces en los caminos congestionados por el largo desfile de los convoyes. Pasaron á través de campos sin cultivar, con esqueletos de viviendas. Corrieron á lo largo de pueblos incendiados que no eran mas que una sucesión de fachadas negras con huecos abiertos sobre el vacío.
Llegaron, por fin, a un sitio más bajo que el paseo, suelo quebrado, lleno de escorias que parecen lavas de un volcán; detrás dejaron casas, cimentadas a mayor altura que las cabezas de ellos; delante tenían techos de viviendas pobres, a nivel más bajo que sus pies.
Tampoco era bastante para conocer la ciudad haber recorrido sus iglesias y conventos de la época de la dominación española, así como las hermosas viviendas de los burgueses de otros siglos.
Tanto las madréporas como los corales son habitaciones, viviendas, fabricadas con el misterioso esfuerzo de millares de millones de pequeños pólipos, que enseñan lo que pueden aunados esos dos elementos primordiales, base del soberbio edificio de la naturaleza, la asociación y el trabajo. Flora.
No osaba penetrar en ellos: temía encontrarse con el banco en que habían estado aquella tarde. Avanzó por las calles de la ciudad, estrechas, sin aceras, pavimentadas de anchas losas, como en muchas poblaciones de Italia. Las viviendas, viejas y altas, recordaban los tiempos en que el suelo era precioso dentro de una península estrechamente ceñida por sus fortificaciones.
Entraba en las casas de los vecinos y se pasaba á veces dos ó tres horas en alguna de aquellas miserables viviendas sentada sobre un cofre sucio, escuchando sin pestañear las relaciones de las mujeres gárrulas que no acababan jamás ó ayudándolas en sus fatigosas tareas. Al principio la trataban con mucho respeto.
La nobleza desmanteló sus antiguos torreones para erigir en su lugar viviendas accesibles, placenteras, decoradas con pórticos y columnatas, fuentes y estátuas de mármol.
Palabra del Dia
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