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Actualizado: 10 de junio de 2025
Por muy perfecta casada que hiciese Nucha, su condición y virtudes la llamaban a otro estado más meritorio todavía, más parecido al de los ángeles, en que la mujer conserva como preciado tesoro su virginal limpieza. Sabía Julián por su madre que Nucha manifestaba a veces inclinación a la vida monástica, y daba en la manía de deplorar que no hubiese entrado en un convento.
En ese sobrante está su riqueza, y para lograrlo ha inventado una moral monstruosa y antihumana, que, por medio de la religión y aun de la filosofía, ensalza la fatiga, diciendo que el trabajo es la más hermosa de las virtudes y la inactividad la fuente de todos los vicios.... A esto hay que preguntar: si la ociosidad es un vicio en los pobres, ¿por qué aparece entre los ricos como un signo de distinción y hasta de elevación de espíritu?
Engrandécenla, por una parte, la paz esterior que corona las bien aseguradas conquistas, la prosperidad de la industria y del comercio, las riquezas que á ella afluyen, las ciencias y letras que en ella se cultivan, las maravillas con que la engalana el arte arquitectónico, sus palacios, sus mezquitas, sus baños, sus mercados, sus jardines y casas de recreacion; por otra parte la engrandecen la vida ejemplar y evangélica de casi todos los desgraciados cristianos que viven en ella por el pacto de la conquista, las iglesias y monasterios en que se congregan para cultivar la ciencia divina, ejercitarse en la práctica de las virtudes y estimularse al adelantamiento en el camino de la perfeccion, las persecuciones sufridas, las celestes maravillas en su favor obradas, la sangre de los mártires fecunda en santos.
Las diversas virtudes y vicios, los pecados y la muerte, la fe, la esperanza y el amor eran los principales.
Doña Ana sintió terribles remordimientos por haber engañado y olvidado a aquel santo varón, que era perseguido por sus virtudes y ni siquiera se quejaba. Aquella sonrisa, y la comparación de las estrellas le llegaron al alma a la Regenta. «¡Tenía enemigos!» pensó, y le entraron vehementes deseos de defenderle contra todos.
Pues ahí está, Virtudes de mi alma, tu grandísima equivocación: en suponer que yo me aburro en esta soledad ni poco ni mucho, ni siquiera un solo instante. Lejos de aburrirme, son tantas las distracciones que tengo, que me falta tiempo para todo, hasta para escribirte; solamente me sobra para conocer mi pecado y sentir sus mordeduras en la conciencia. ¡Esta sí que es la pura verdad!
Era tal la convicción de su influencia sobre esta alma virginal, que de este modo á él se confiaba, que el ministro sabía muy bien que le era dado marchitar todo este jardín de inocencia con una sola mirada perversa, ó hacerle florecer en virtudes con una sola buena palabra.
Era esa la realidad: él había sido víctima de una ilusión del eterno engaño del amor, al atribuir a aquella mujer sublimes virtudes que no poseía, al exagerar la hermosura de aquella alma hasta concederla una perfección sobrehumana.
El señor Laubepin en sus frecuentes viajes al castillo de Laroque, no había podido dejar de apreciar las virtudes de mi venerable amiga y se ha formado, desde largo tiempo, entre los dos ancianos, una amistad platónica y respetuosa, cuyo carácter se esfuerza en vano el doctor Desmarest en desnaturalizar.
Quejábase también el cura: Sana habrá sido vuestra intención, don Miguel, pero, al hablar de mí, ¡bien pudisteis enaltecer mis virtudes y no pasarlas en tan displicente silencio!
Palabra del Dia
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