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Actualizado: 14 de mayo de 2025
De-Hinchú debió ser feliz aquellos breves meses, ricos en promesas que no vimos cumplidas. Tenía para su pequeña amiga la misma supersticiosa adoración, aunque no el mismo capricho, que para su dios pagano, de porcelana.
Estas 24 horas tuvimos pocos vientos, mezclados con calma y buen tiempo; y á las dos de la tarde sondeamos en 48 brazas: lama blanca, azul; y á mediodia vimos Cabo Blanco: estaba S SO: distancia 7 leguas.
EL CONDE. ¡Representas bastante bien la comedia, hija mía! Sin embargo... Astolfo, refiere lo que has visto. ASTOLFO. Estábamos aquí, en este mismo escalón... EL CONDE. ¡Más aprisa, muchacho! Sé lacónico. ASTOLFO. Y vimos de repente a alguien, que llevaba una vieja capa y parecía un criado, abrazar a la condesa. «¡Qué desgracia! me dijo el conde . Mi hija le es infiel a su prometido.
Supo reponerse, no obstante, y vertiendo en el vaso el resto de la botella, mandó tranquilamente al mozo traer pimienta. Echó un puñado de ella; echó luego ceniza de su cigarro, que tenía amontonada delante de sí, y sin decir palabra, con la misma sonrisa despreciativa, apuró el vaso, y no contento con esto, lo rompió con los dientes. Vimos sus labios manchados de sangre.
El anciano junta su calva, en misterioso cuchicheo, a la cabeza sonriente de la niña. San Francisco el Grande oigo decir al viejo se parece al panteón que vimos en Roma... al panteón de Humberto. Sí, sí dice la niña ; se parece al panteón de Humberto; pero aquél tiene luz cenital. El viejo calla un momento; está reflexionando... Y luego corrobora gravemente: Sí, sí; es verdad: tiene luz cenital.
Constituye la acción o el argumento de la mencionada novela, la serie de sucesos, de temores y de esperanzas que sobrevienen y asaltan a los habitantes de una ciudad imaginaria, llamada Oblita y situada en territorio español, durante la muy deplorable y harto poco lucida guerra que contra los Estados Unidos de América nos vimos obligados a sostener.
A las siete de la tarde nos levamos y salimos bordeando afuera de la bahía, con un vientecito al NE. A las diez de la noche arribamos; á las cuatro por la mañana vimos la tierra sobre el rumbo de NO, cuarto de N: distancia 6 á 7 leguas, de donde cuento la distancia meridional: rumbo corregido S 26 grados al O: distancia 48 millas: distancia meridional 7 millas al O: longitud echo 8 millas O: altura por observacion 46 grados y 2 millas S.
Por largo tiempo duró este combate, tanto más cruel, cuanto era más proporcionado el empuje de una y otra parte, hasta que al fin observamos síntomas de confusión en nuestras filas; vimos que se quebraban aquellas compactas líneas, que retrocedían sin orden, que chocaban unos con otros los grupos de soldados.
Cuando nos vimos aquí la última vez, yo me había buscado un refugio plácido dentro de mi dolor. Rezaba por mi hijo en la iglesia, hablaba con él, le describía cómo era el hermano en desgracia que aún tenía en el mundo, pero que tal vez no tardase en ir á buscarle.
Sabidas estas condiciones de la escritura própia de los Filipinos, fácil es comprender la rapidez con que la abandonaron por adoptar la que traian los españoles; pero tambien es mas fácil comprender lo inutil que les hubiera sido el solo cambio de la direccion, como vimos antes, porqué la dificultad de la lectura no se vencia, y el solo placer de imitar, les proporcionaba la inmensa desventaja de tener que aprender, sin provecho, una cosa nueva.
Palabra del Dia
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