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Actualizado: 11 de octubre de 2025
Se le oía como se oye a los niños del Colegio de San Ildefonso que sacan y cantan los números en el acto de la extracción. «Los Chicos jugaron dos décimos y se calzan cincuenta mil reales. Villalonga un décimo: veinticinco mil. Samaniego la mitad».
Villalonga representaba el Parlamento, Aparisi el Municipio, Joaquín Pez el Foro, y Federico Ruiz representaba muchas cosas a la vez: la Prensa, las Letras, la Filosofía, la Crítica musical, el Cuerpo de Bomberos, las Sociedades Económicas, la Arqueología y los Abonos químicos. Y Estupiñá, con su levita nueva de paño fino, ¿qué representaba?
Hoy acababa en bien, mañana no... Cantos, guitarreo... José Izquierdo, a quien llaman Platón porque comía en un plato como un barreño, arrojaba chinitas al picador... Villalonga y yo les echábamos a pelear o les reconciliábamos cuando nos convenía... La Pitusa temblaba de verlos alegres y de verlos enfurruñados... ¿Sabes lo que se me ocurría?
Y Villalonga dio principio a su relato delante de Jacinta; pero en cuanto esta se marchó, el semblante del narrador inundose de malicia.
También estaba el Sr. de Villalonga y otro que no conozco, un tipo así... ¿cómo diré?, de estos de sombrero redondo y capa con esclavina ribeteada. Lo mismo puede pasar por un randa que por un señorito disfrazado». ¿Mujeres...? preguntó con ansiedad Barbarita.
No tardamos Villalonga y yo en hacernos amigos de los amigos de aquella gente... No te rías... Te aseguro que Villalonga me arrastraba a aquella vida, porque se encaprichó por otra chica del barrio, como yo por la sobrina de Segunda. ¿Y cuál era más guapa?
Presentose en aquellos días al simpático joven la coyuntura de hacer su primer viaje a París, adonde iban Villalonga y Federico Ruiz comisionados por el Gobierno, el uno a comprar máquinas de agricultura, el otro a adquirir aparatos de astronomía.
Pareció que el mismo demonio lo hizo, porque en el momento de salir D. Baldomero del cuarto de su hijo, he aquí que se presentan en el despacho Villalonga y Federico Ruiz. El primero cayó sobre Santa Cruz para hablarle de los préstamos al Tesoro que hacía con dinero suyo y ajeno, ganándose el ciento por ciento en pocos meses, y el segundo se metió de rondón en el cuarto del Delfín.
Otras muchas tonterías de este jaez cuenta Villalonga, las cuales no copio por no alargar este relato. Todos ellos, a excepción de Miquis que se murió en el 64 soñando con la gloria de Schiller, metieron infernal bulla en el célebre alboroto de la noche de San Daniel.
Dime una cosa... ¿Te has fijado en determinada mujer? le preguntó su amiga mirándola de hito en hito. No sé; esta noche se me ocurrió si será Sofía la Ferrolana, o la Peri, o Antonia, esa que estaba con Villalonga. Es natural, piensas en las que conoces. ¿Qué me das, querida mía, si te lo averiguo?
Palabra del Dia
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