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Actualizado: 8 de octubre de 2025


Si vuesa merced no se enfada, en mi próximo viaje a la corte...» y dejaba caer en el oído del soldado alguna deslumbradora promesa. Movíase la conversación, casi siempre, en derredor de los temas que él decantaba. Tenía el orgullo de la verbosidad. Dirigirle una pregunta era como abrir una compuerta de regadío.

El vaso de agua, obrando maravillosamente sobre la mucosa y todo el aparato digestivo del buen funcionario, producía efectos maravillosos. Activadas sus funciones vitales, recobraba su alegría y verbosidad ampulosa: los instintos galantes no se quedaban atrás en aquella resurrección matutina.

A sus espaldas hablaba la pareja en un idioma incomprensible, sin prestarle atención, sin agradecer sus eruditas explicaciones. ¡Extranjeros ignorantes!... Y ya no dijo más. Se replegó en un silencio ofendido, aliviando su verbosidad napolitana con una serie de gritos y gruñidos dedicados á su caballo.

Hasta el conde está borracho; borracho también ese jefe que hablaba con usted, y los demás. Algunos de ellos bailan medio desnudos. Deseaba callarse ciertos detalles, pero su verbosidad femenil saltó por encima de estos propósitos discretos. Algunos oficiales jóvenes se habían disfrazado con sombreros y vestidos de las señoras y danzaban dando gritos é imitando los contoneos femeniles.

Arrebatado por su verbosidad seguía soltando cuanto había almacenado aquellos días en su pensamiento. «En vano se cansaba su señoría: España era profundamente religiosa, su historia era la del catolicismo: se había salvado en todos sus conflictos abrazada a la cruz». Y abarcaba todas las grandes luchas nacionales; desde las batallas en que la piedad popular veía a Santiago en su caballo blanco, cortando las cabezas de la morisma con alfanje de oro, hasta el levantamiento de los pueblos contra Napoleón, tras el pendón de la parroquia y con el escapulario al pecho.

Como a lo más de esto tuve que responder, y la conversación continuaba enredándose en el otro grupo con la inagotable verbosidad de Mari Pepa, y hasta se marchó Neluco de la visita, porque tenía que hacer otras dos antes de comer, y, sobre todo, porque estaba yo muy a gusto al lado de aquella criatura tan atractiva, lo tratado entre los dos se fue enredando también poco a poco, hasta extraviarse al fin por derroteros que ninguna comunicación directa tenía ya con el punto de partida.

Pero aunque había perdido en el destierro una parte de su cabellera de plata, conservaba intacto su entusiasmo, su inquietud movediza, su verbosidad lírica, que volvió á estremecer la ciudad lo mismo que un soplo primaveral.

A este candoroso retrato, añaden los historiadores árabes que era Zaryab como un manantial inagotable de tradiciones, leyendas y aventuras, y que su elegante, entretenida y sabrosa verbosidad solo podia compararse á un golfo sin fondo.

Aprobó el juez cuanto decía, y ambos tomaron la escalera y salieron a la calle como dos amigos. Durante el trayecto, el joven presbítero dio señales de una verbosidad y alegría que hacía tiempo no se observaban en él.

Sentado junto a la ventana, con el busto echado atrás y la espalda apoyada en la mesa, comenzó a leer. Una explosión de furia cómica, de insultos cariñosos, de indignaciones por cosas olvidadas, llenaba las primeras páginas. Pablo Valls desbordaba su graciosa incoherencia, como un charlatán condenado largo tiempo al silencio y que sufre el suplicio de una verbosidad comprimida.

Palabra del Dia

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