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Actualizado: 9 de junio de 2025
La señora Lefèvre admiraba el valor y la fortuna de su hijo en medio de estos acontecimientos, de los que los siglos venideros guardarán por siempre memoria.
Pablillos habíale tomado ya el sombrero y los guantes y, al quitarle la capa, exclamó como espantado: ¿Hanle robado a vuesa merced la cadena? ¡Vive Dios! Fuese la soga tras el caldero, Pablillos. ¿La jugó también vuesa merced? Juguela. ¿Vuesa merced ha perdido entonces todo su caudal? Todo. ¡Ah, cuánta desgracia! ¿Y cómo habré de comprar las provisiones para mañana y los días venideros?
Como notase en D. Alonso iguales síntomas de recrudecimiento, se franqueó con él, y desde entonces pasaban gran parte del día y de la noche comunicándose, así las noticias recibidas como las propias sensaciones, refiriendo hechos pasados, haciendo conjeturas sobre los venideros y soñando despiertos, como dos grumetes que en íntima confidencia calculan el modo de llegar a almirantes.
Y encarándose con el moribundo, agregó: Ha llegado el momento, oh Cervantes, de que nos rindáis cuenta de las burlas e injurias que tan despiadadamente nos habéis inferido, y que he de vengar, ¡vive Dios! por el valor de mi esforzado brazo, en un hecho como no vieran los pasados siglos ni verán los venideros...
Es tan bello este drama, tan original, tan patético, se respira en él tal perfume de poesía mezclado á un sentimiento tan profundamente cristiano, que dudo mucho que otra producción dramática de este siglo pueda competir con ella en el aprecio de los venideros. Semejante distancia entre las obras de un mismo autor no puede achacarse racionalmente sino á la felicidad de la invención.
Terribles y misteriosos naufragios registra la historia de la equinoccial de Setiembre. Los puertos de China, del Japón y de Filipinas guardan escritos en informes restos, imperecederas memorias de fenómenos pasados que nos hacen temer por los venideros.
Gran desdicha de nuestra nacion, que haya enterrado el silencio hechos tan memorables, que pudieran perpetuar su estimacion en los siglos venideros. Despide el Duque con suma ingratitud á los Catalanes que le habian servido sin quererles pagar, con que los unos y los otros se previenen para la guerra.
Dante sería un hombre capaz de abarcarlo en su mente, hábil para expresarlo y reflejarlo en sus versos, hasta donde era posible que tanto asunto en sus versos cupiese; pero Dante no producía un documento inicial, sino un reflejo brillante del saber y del sentir de muchas generaciones, reflejo que sin duda podría iluminar y encender el ánimo de los hombres de su edad y de los venideros.
Recordó pasajes semejantes que había leído en las historias de caballería, y pensó que todo aquello debía ser el principio de algún episodio memorable, digno de ser recordado en los venideros tiempos. Si mi constelación decíase ahora a sí mismo no anuncia que he de morir de esta guisa, todos los ardides serán vanos. Si, por el contrario, éste ha de ser mi acabar, ¿a qué resistirme?
Seguro estoy de que en los venideros tiempos, para formar un trasunto de su vida, tendrán que juntar la piedad de David con la sabiduría de Salomón, los triunfos de Alejandro con la prudencia de Marco Aurelio.
Palabra del Dia
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