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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Tuvo la singularísima piedad de inclinar sobre él su rostro y darle un rápido beso sobre las venerables canas.

A lo largo de las columnatas alineábase en andanas la riqueza de la casa, la triple fila de toneles acostados, que llevaban en sus caras la cifra del año de la cosecha. Había barricas venerables cubiertas de telarañas y polvo, con la madera tan húmeda, que parecía próxima a deshacerse.

Harto comunes son en los libros los exemplos de entrambas. De las fingidas no hay necesidad de hablar, sino, en sabiendo que lo son, desecharlas. De las personas venerables por su virtud y santidad se ha de creer, que dicen lo que sienten con veracidad; pero aun de este modo han de ser exâminadas sus visiones, porque cabe que sin faltar á la verdad, las apariciones no sean aceptables.

Sa-Tó, me dice sus nombres: forman parte de la guardia selecta, que en las ceremonias da escolta al quitasol de seda amarilla con un dragón bordado que es el emblema sagrado del Emperador. Todos ellos cumplimentan profundamente a un viejo de barbas venerables, con sobrevesta amarilla, privilegio de los ancianos.

Allí la tolerancia solía tener su asiento; y las personas, los personajes en quien más arraigadas están ciertas ideas venerables al fin, porque son profesadas con sinceridad y vienen hasta cierto punto de abolengo, obligan por la raza, esos mismos personajes, entre los cuales cuento al papá de este joven ilustrado, a mi buen amigo y condiscípulo el excelentísimo señor marqués de Vegallana, respetaban mis opiniones, como yo las suyas.

Bismarck, un pillo ilustre de Vetusta, llamado con tal apodo entre los de su clase, no se sabe por qué, empuñaba el sobado cordel atado al badajo formidable de la Wamba, la gran campana que llamaba a coro a los muy venerables canónigos, cabildo catedral de preeminentes calidades y privilegios.

El mar golpea por todos lados sus murallas; el cielo la cobija con un manto siempre límpido y azul; y los mil penachos flotantes de sus cocoteros hacen admirable juego con las altas torres de sus venerables templos medio arruinados, tristes y ennegrecidos por el tiempo.

Dijo esto con tanto sentimiento la Trifaldi, que sacó las lágrimas de los ojos de todos los circunstantes, y aun arrasó los de Sancho, y propuso en su corazón de acompañar a su señor hasta las últimas partes del mundo, si es que en ello consistiese quitar la lana de aquellos venerables rostros. Capítulo XLI. De la venida de Clavileño, con el fin desta dilatada aventura

Clara se iba á vivir con aquellas misteriosas señoras, en cuya casa, según Coletilla decía, no habían penetrado las ideas del día. Hacía tiempo que él tenía este deseo para vivir más á sus anchas; pero nunca se hubiera atrevido á proponerlo á las tres venerables matronas, si éstas, con una generosidad que él no se cansaba de admirar, no se lo hubieran indicado.

Si esa buena pieza tuviera que ser juzgada por nosotras, las cinco que estamos aquí, ¿saldría acaso tan bien librada como ahora con una sentencia cual la dictada por los venerables magistrados? ¡No por cierto! Buenas gentes, decía otra, se corre por ahí que el Reverendo Sr.

Palabra del Dia

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