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Actualizado: 4 de junio de 2025
Deja que pase algún día, Que llegar, ver y vencer No se entiende con amor, Aunque César de amor seas. D. TELL. ¿Es posible que tú seas Mi hermana? FELIC. ¡Tanto rigor Con una pobre aldeana! Llaman. ELVIRA. Señora, doleos de mi. FELIC. Tello, si hoy no dijo sí, Podrá decirlo mañana. Ten paciencia, que es crueldad Que los dos no descanséis. Descansad, y volveréis A la batalla.
Solamente la sarna y las viruelas pudieron vencer aquel pellejo: con la primera perdió la mitad de los cabellos; con las segundas ganó los innúmeros relieves de su cara.
Entonces el santo varón hizo un esfuerzo para vencer su inercia terrorífica, se sacudió todo y con una fuerte voz dijo: «Niña mía, ¿a dónde vas? ¡Ay! exclamó ella sobresaltada, dando un chillido . Me ha asustado usted. Yo creí que estaba sola». ¡Sola! Según eso, D. José era un mueble. Esta idea causó al infeliz viejo grandísima aflicción. «¿Pero qué haces, mujer? ¿Te has vuelto loca?
Y como era imposible vencer el empeño que su madre tenía de quedarse allí, ya entrado el otoño, la compañía de sus parientes se le hizo más odiosa y pasaba las horas callada, retraída y con una gran tristeza.
Si has logrado vencer la resistencia de los padres, y si has salvado las dificultades, no lograrás por eso hacer de lo blanco negro, no convertir una mala acción en buena... Pica, pica los cables y larga vela.
El estado de España era a la sazón desconsolador. El país se había convencido de que, si el carlismo no contaba con elementos para vencer, tenía los bastantes para ensangrentar la mitad del territorio de la patria. En los comienzos de 1873, las partidas alzadas en armas eran pocas; pero aumentaron pronto.
Ya no espero vencer en el combate: ¿qué fuerza habrá que á combatir me obligue? Si es que merezco tal rigor, lo acato; quede vengado el crímen cometido: si es injusto placer de un Dios ingrato, goce en mi mal; ni compasion le pido.
Al principio Ana se había dejado llevar a paseo, a todos los paseos, al teatro, a la tertulia de Vegallana, a las excursiones campestres; pero pronto se declaró cansada y opuso una resistencia pasiva que no pudieron vencer D. Víctor y la del Banco.
Es usted un amable joven y si ella le volviese á ver, ¡sabe Dios lo que podría suceder á esta niña, de corazón tan sencillo y tan puro!... Pero, señorita, mi tutor tiene por mí una intensa afección y estoy seguro de que conseguiría vencer sus prevenciones.... ¿Usted lo cree? ¿Es usted un hombre honrado? ¿Y puede usted dudarlo?
Los demás fueron destinados al remo en las galeras; y como al oirlo se dejara vencer de la pena un Capitán, díjole D. Alvaro: «Llore quien se ha perdido mal, que yo como hombre me perdí .»
Palabra del Dia
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