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Actualizado: 18 de junio de 2025
No han hecho caso de la tarjeta que llevé, y tengo que volver esta tarde, y los sillares allí muertos de risa y la obra parada... Pero en fin, vamos a nuestro asunto. ¿En dónde está ese que se come la gente? Adiós, Severiana... Ahora no me puedo entretener contigo. Luego hablaremos». Avanzaron en busca de la guarida de Izquierdo, siempre rodeadas de vecinas.
Luego se detuvo junto a una de las puertas y tocó en ella con los nudillos. «La señá Severiana no está dijo una de las vecinas . ¿Quiere la señora dejar recado?...». No; la veré otro día.
Sus caracteres, la humilde y obscura manera de su vivir, la casa en que habitan y las vecinas y amigas que tienen en la misma casa, todo está pintado de mano maestra, todo es real y viviente, y todo demuestra que hasta cuanto es en apariencia insignificante y rastrero, sobre todo en los seres humanos, basta a interesar y a conmover siempre que se profundiza, se llega al fondo de las almas y se acierta a ver y a descubrir los tesoros recónditos y los misterios que en ellas hay.
De abandonarse la poblacion del Rio Negro, se signe el abandonar los medios que nos pueden facilitar el descubrimiento de los terrenos incultos que median entre nuestras poblaciones de Mendoza vecinas á la cordillera de Chile y este establecimiento, por ser incontestable, que por este rio y sus brazos se facilitará con mas comodidad, de que por tierra: ni me hacen fuerza las dificultades halladas por el piloto Villarino en la navegacion del rio; pues así como él lo descubrió hasta el parage donde llegó y dejó de continuar por falta de socorro, ¿porqué no se podrá continuar lo que falta hasta donde sea posible?
Venía de ver al enfermito, que estaba ya agonizando, rodeado de algunas vecinas y amigos de la casa. Disponíase el clerizonte a confortar al afligido padre en aquel trance doloroso, y empezó por darle un abrazo, diciéndole con empañada voz: «Valor, amigo mío, valor. En estos casos se conocen las almas fuertes.
Las costas de estas Provincias vecinas viven sin recelo, pareciéndoles que nuestras fuerzas no son bastantes á defendernos en Galípoli, y en tanto que el sitio durare no dejaremos estas murallas.
Discurríase variamente entre los nuestros la causa de tanto alboroto en las campañas y caserias vecinas de Galípoli.
Silencio ahora, vecinas, porque van á abrir la puerta de la cárcel y ahí viene en persona Madama Ester. La puerta de la cárcel se abrió en efecto, y apareció en primer lugar, á semejanza de una negra sombra que sale á la luz del día, la torva y terrible figura del alguacil de la población, con la espada al cinto y en la mano la vara, símbolo de su empleo.
Primeramente colocó en el centro de la entrada la mesita blanca de pino en que comía la familia, cubriéndola con una sábana y clavando los extremos con alfileres. Encima tendió una colcha de almidonadas randas, y puso sobre ella el pequeño ataúd traído de Valencia, una monada, que admiraban todas las vecinas: un estuche blanco galoneado de oro, mullido en su interior como una cuna.
Llega el momento en que todo un campo de nieve no se encuentra ya sujeto á la pendiente; cede, y la enorme sacudida que comunica á las nieves vecinas las hace ceder también. Toda la masa se precipita á un tiempo por la vertiente de la montaña, llevándose por delante todo cuanto encuentra en el camino, troncos de árboles, piedras y peñascos.
Palabra del Dia
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