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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Creo que jamás ha almorzado tan á gusto el señor Montiño, y se quedará, debe quedarse añadió Quevedo cargando su acentuación de una manera perfectamente inteligible para Montiño. Temería abusar... ¡Oh! ¿qué es abusar?... por el contrario, no sabría á qué atribuir... Pues me quedo dijo Montiño con voz insegura. Pues quedáos exclamó Quevedo . Os suplico que no os vayáis... Pero si tardareis...
Pues ved ahí, que mi señora es quien os ruega que vayáis á su aposento. Pues tirad adelante, don rodrigón, consuelo de contrahechos. ¡Bah! tengamos la fiesta en paz, tío, que no sois vos ciertamente quien puede hablar de corcovas; y vamos adelante, que mi señora espera. Pues adelantemos.
¡Si al menos estuviera en la cabecera, todavía!... dijo haciendo alarde de su poder. El escribiente sabía muy bien que su poder no pasaba de los límites de Tianì, pero le convenía conservar su prestigio y quedarse con la tapa de venado. Pero, os puedo dar un sabio consejo y es que vayais con Julî, al Juez de Paz. Es menester que vaya Julî.
La próxima vez que vayáis, os ruego me lo aviséis en tiempo, y me consideraré muy honrada en acompañaros. Sin querer exagerar mi importancia, creo que una palabra mía servirá para proporcionar á cualquier caballero extraño una excelente recepción de parte de aquel potentado que sabéis.
Tengo cincuenta y cinco años, casi seguramente dijo Silas. ¡Oh, entonces, podéis vivir todavía treinta años! ¡Fijaos en el viejo Macey! Y ese dinero que tenéis sobre la mesa es al fin y al cabo poca cosa. No durará mucho de una manera o de otra, que lo coloquéis a interés o que lo vayáis gastando.
No vayais mas allá; quien la ha escrito es el Autor de todos los seres, el que ha establecido las leyes que rigen al espíritu como al cuerpo, y que contiene en su esencia infinita la última razon de todo. Cuando discurrimos, nuestro espíritu conoce la verdad por el enlace de las proposiciones, como si dijéramos por la luz que refleja de unas verdades á otras.
Con que vos os vayáis hemos salido del paso. Os engañáis, porque ya me han visto. ¿Y por qué habéis dado lugar á que os vean? Se me os escapábais. No creo que puedan suponer... Las monjas no suponen nada bueno... Pero mi prima sabe... Que sois hermosa; lo que basta para que os mire mal. Es virtuosa... Con la virtud de las feas. ¡Pero Dios mío, vos no perdonáis á nadie!
Fue todo tan rápido, que nadie había acudido a interponerse y a restablecer la paz, cuando otro de los novicios, de nobilísima alcurnia francesa, intervino en la contienda, diciendo: Es cobardía que vayáis tantos contra él; apartáos; dejádmele a mi solo; yo le castigaré como merece.
Juan llegaba al pórtico, cuando oyó que lo llamaban. ¡Señor Juan! ¡señor Juan! Detúvose y se volvió; ella estaba a su lado. ¿Os vais... sin decirme adiós? Dispensad, señorita, estoy muy fatigado. Entonces, no os vayáis así, a pie. Va a llover. Y extendió la mano hacia fuera. ¡Mirad! ya llueve. ¡Oh! apenas. Venid a tomar una taza de té conmigo sola en el saloncito, y os haré llevar en carruaje.
Como si no hubiera nada más terminó diciendo el señor Tookey que aquellas cosas que los jueces y los constables están en aptitud de descubrir. No vayáis ahora, Tookey, más allá de donde se debe repuso el señor Macey, inclinando la cabeza hacia un costado, en señal de reprobación.
Palabra del Dia
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