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Actualizado: 23 de junio de 2025
8.º Que en todos los teatros hubiese asientos separados para los dos sexos, con distintas entradas. 9.º Que en las universidades de Alcalá y de Salamanca, no se representase más que en tiempo de ferias. 10.º Que el permiso concedido á cada compañía durase sólo un año, debiendo después renovarse.
El gran orador fué breve y luminoso en su arenga, repleta de consejos para los gobernantes. Ya que un nuevo invento masculino hacía inútiles por el momento los salvadores rayos negros, las mujeres sabrían valerse igualmente del antiguo material de guerra de los hombres olvidado en las universidades.
Lo que vale es el trabajo de los hombres inteligentes que desean emanciparse de una vida de harén y apelan al estudio como único medio de conseguir la libertad. Hemos encontrado á un octogenario que de joven hizo la guerra con el generalísimo Ra-Ra, mi heroico abuelo. Este anciano conoce el mecanismo de todos los aparatos de combate que se conservan en las universidades.
El millonario adivinaba el pensamiento de su primo, acogiéndolo con un gesto desdeñoso. ¡Dedicar su vida á los de abajo: ser una especie de santo laico que empleara su fortuna, no en limosnas infecundas, sino en emancipar moralmente á los parias del trabajo, proporcionándoles el pan de la instrucción! ¡Fundar grandes escuelas, universidades, etc., como aquellos ricachones de que hablaba el médico!... ¡Bah! ¿Y qué placer podía proporcionarle esto?... Su egoísmo profundo de hombre de presa, sin otros ideales que la vanidad y el goce de su persona, se reía del doctor.
Pero en realidad en esas grandes ciudades el estudiante tiene mucho de cosmopolita, se mezcla demasiado al movimiento del mundo, se deja dominar por las exigencias de la moda y pierde mucho de su tipo, casi ahogado ú oscurecido por la grandeza del escenario. En las pequeñas ciudades alemanas que tienen Universidades muy notables, sucede lo contrario.
La civilización continuó no consiste únicamente en una gran industria, en muchos barcos, ejércitos y numerosas universidades que sólo enseñan ciencia. Esa es una civilización material. Hay otra superior que eleva el alma y no permite que la dignidad humana sufra sin protesta continuas humillaciones.
Allí no corrían el peligro, como en las universidades laicas, de tropezar con profesores revolucionarios, y la ciencia antigua y moderna se servía después de bien pasada por el tamiz de Santo Tomás y otros grandes sabios de la Iglesia, únicos depositarios de la verdad.
Hay una pequeña alacena que hace veces de archivo, con papeles antiguos, con títulos de las Universidades de Orihuela y Gandía, con cartas de desposorio, con ejecutorias de hidalguía, con nombramientos de inquisidores.
Si algún monje del Norte sentía la comezón del saber, venía a las universidades árabes o las sinagogas judaicas de España, y los reyes de Europa se creían salvos en sus enfermedades si, en fuerza de oro, podían proporcionarse un médico hispánico.
De Europa avisaron por Lima, que el confesor del Rey, vencido al fin de los estímulos de su conciencia, habia declarado al Monarca in totum el estado de las cosas de los indios: que se habia horrorizado su Magestad, y que luego al punto habia mandado juntar el Consejo de los Proceres, y que habia tambien convocado las Universidades á junta, para que dijesen y examinasen, si los indios, que sin armas y de su propio motu, por la sola predicacion se habian sujetado, y rendido á su proteccion sus tierras, y si estos, así libremente sujetos, pudiesen ser lícitamente despojados de sus tierras, y algunos otros puntos.
Palabra del Dia
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