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Actualizado: 23 de junio de 2025
Los padres, con el afán de asegurar cuanto antes el porvenir de sus hijos mediante una carrera, los envían a los centros de enseñanza apenas saben hablar. El estudiante-hombre de otros países, en toda la plenitud de su razón, no existe aquí. Las universidades se llenan de niños; en los institutos sólo se ven pantalones cortos.
Platón, que era hombre que sabía dónde le apretaba el zapato, si bien no los gastaba, y que sabía asimismo cuánto tenía adelantado para hablar el que no ha hablado nada todavía, había adoptado por sistema enseñar a sus discípulos a callar antes de pasar a enseñarles materias más hondas, y en esa enseñanza invertía cinco años, lo cual prueba evidentemente dos cosas: primera, que Platón estaba, como nuestras universidades, por los estudios largos; segunda, que no es cosa tan fácil como parece enseñar a callar al hombre, el cual nació para hablar, según han creído erróneamente algunos autores mal informados, dejándose deslumbrar sin duda por las apariencias de verosimilitud que le da a esta opinión el don de la palabra, que nos diferencia tan funestamente de los demás seres que crió, de suyo callados y taciturnos, la sabia naturaleza.
En tanto que las universidades de Santa Fe, La Plata y Córdoba fueron nacionalizadas por la ley, la universidad de Buenos Aires ha gozado de las prerrogativas de nacional desde su fundación. Su origen arranca de los últimos decenios de la época colonial, pero sólo en 1821 fué definitivamente organizada e inaugurada.
Añadiré, en prueba del interes que en Báden se tiene por la instruccion pública, sobre la base de la igualdad de religiones, que el gran-ducado mantiene dos importantes universidades: la de Freiburgo, centro de la enseñanza superior católica, y la de Heidelberg, que corresponde á los protestantes.
Creía Paco que así hablaba la filosofía de última novedad, que él estimaba excelente para tales aplicaciones, aunque, como buen conservador, no la quería en las Universidades. «¿Por qué? Porque el saber esas cosas no es para chicos».
Estudió jurisprudencia en las universidades de Bonn, Heidelberg y Berlín, aunque con disgusto y sin otra mira que complacer á sus padres, más ocupado en el estudio de las lenguas y de las literaturas antiguas y modernas, así de Occidente como de Oriente, que en el de las leyes y sus fundamentos. Ya en esa época acariciaba la idea de trasladar la gran epopeya de Firdusi á la lengua alemana.
El gobierno le llamaba para conocer sus opiniones; el rector de la primera de las universidades, que hasta entonces le había considerado como un triste catedrático de una lengua muerta y de problemática utilidad, se dignaba sonreirle, y hasta en la noche anterior, después del recibimiento del Hombre-Montaña, lo había invitado á cenar para que en presencia de su familia contase todo lo ocurrido.
Las colosales obras que llevó á cabo el décimotercio siglo sin mas elementos que la fé y el amor, su portentosa cruzada contra los albigenses, su cruzada épica en la Tierra Santa, las universidades que fundó, los institutos religiosos que vió florecer, las gigantescas catedrales que vió erigir, los hombres eminentes que vió descollar, testigos son de esta verdad insigne: el amor divino hace fecunda la edad media, y un acto de fé de la humanidad concorde basta para que salga de ella completamente armada la nueva Minerva, asistida de genios adecuados para todas las artes y ciencias.
Nada mas curioso que ese conjunto de hábitos y costumbres á que da lugar en Alemania la existencia de algunas Universidades. En Lóndres y Edimburgo, como en Paris, Berlin, San-Petesburgo y Viena, las Universidades crean, sin duda, un movimiento que tiene su carácter particular, como el del barrio latino en Paris.
Y siguiendo con la imaginación la fuga sin término de los primeros valencianos que dejaban olvidada y perdida una civilización cuyos últimos vestigios resucitan hoy en las universidades de Fez, Rafael sentía el mismo disgusto que si se tratara de una desgracia de su familia o su partido. Mientras en aquella soledad evocaba las cosas muertas, la vida le rodeaba con su agitación.
Palabra del Dia
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