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Actualizado: 26 de junio de 2025
Mucho me encargó que os saludara en su nombre. Soy siempre su caballero y su esclavo. ¿Y vuestro viaje? No pudiera desearlo mejor, contestó el barón. La mar algo alborotada, pero tuvimos la suerte de avistar unas galeras piratas, á las que dijimos dos palabras. ¡Siempre afortunado, Morel! Ya nos contaréis la aventura esa.
A otro día tuvimos provisión de agua y pescado, y encontrándonos con dos cristianos que llevaban el altar portátil del P. Zea, nos encaminaron allá. Cuáles fuesen las salutaciones y alegrías de estos dos apostólicos Misioneros al verse juntos, después de tantos trabajos, no lo podemos explicar; porque más hablaban con los ojos y con los suspiros que con la lengua.
Y por dos semanas en dicho puerto de San Julian, no tuvimos otros vientos sino del N y NE muy fuertes, y el resto del tiempo que estuvimos en el expresado puerto, eran del ONE al O y OSE: solamente un tal vez algun viento N ó S, pero nunca vino á E del S, solamente en airecitos, que no duraban mucho tiempo.
Cerca de las islas Celebes echamos a pique, a cañonazos, tres grandes embarcaciones de piratas que venían dispuestos a tomar nuestro bergantín al abordaje. También tuvimos que dar una buena lección a unos moros ladrones de la isla de Joló. Sir Wilkins era un marino sencillamente extraordinario.
Al dia siguiente, cuando me vió salir de debajo de su tarima, el insular se sonrió, mirándome con una mezcla de recelo y curiosidad. Sin duda hacia la observacion de que si él era mi sombra de viaje yo era también la suya. Le saludé, y apénas hizo el sacrificio de inclinar la cabeza. Despues nos tuvimos que sentar juntos á la mesa á fuer de vecinos.
No se ha visto tal torbellino; y ello merecíalo la comedia, porque traía un rey de Normandía sin propósito en hábito de ermitaño, y metía dos lacayos por hacer reír, y al desatar de la maraña no había más de casarse todos y allá vas. Al fin tuvimos nuestro merecido.
Pero como ya era tarde y tenía ganas de encontrarme en mi cama, me dejé convencer por el cochero, y tomamos por el camino travieso. Todo marchó bien durante una hora. Pero tuvimos que pasar por un valle rodeado por todas partes por bosques espesos.
Por desgracia a un sexto pretendiente que reunía las cualidades más raras, extraordinarias y completas, se le antojó de improviso colocarse en el número de mis adoradores. ¡Ay! ¡cosechaba yo lo que había sembrado! pues desde mi entrada en la sociedad no había hecho otra cosa que pregonar, que pensaba casarme lo más pronto posible. Hízome llamar mi tío y tuvimos una larga conferencia.
Como el tal líquido despertaba en él una demencia destructiva, mató á varios miles de los nuestros, nos causó otros daños, y tuvimos que suprimirle, encargándose nuestra Facultad de Química de disolver y volatilizar su cadáver para que tanta materia en putrefacción no envenenase la atmósfera.
Así nosotros, en mejores días, cuando tuvimos mayor fe en lo que valemos, trajimos del cielo á Santiago y, montado en un caballo blanco, le hicimos matar moros é indios, cosa harto ajena de su profesión y ejercicio durante su vida mortal.
Palabra del Dia
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