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Actualizado: 3 de junio de 2025


Eran los versolaris, los trovadores éuscaros que se mostraban en todas las fiestas. La poesía florecía en las tabernas con el bullicio de la embriaguez. Eran rudos campesinos que no sabían leer, pero que mostraban cierto ingenio y una gran facilidad de improvisación. Sus versos sólo tenían de tales las rimas, con una completa ausencia de sentimiento poético.

Innumerables cantores y trovadores vinieron á la corte, atraídos por las recompensas y honores que les aguardaban . La enumeración de las obras en prosa y verso, que aparecieron en esta época, en su mayor parte bajo la protección ó á impulsos de la reina Isabel, formaría un catálogo importante.

No se le dijera entonces un abogado de estos tiempos, sino uno de aquellos trovadores que sabían tallarse, hartos ya de sus propias canciones, en el mango de su guzla la empuñadura de una espada.

Allí era el brincar de las almas, el retozar de la risa, el desasosiego de los cuerpos y, finalmente, el azogue de todos los sentidos. Y así, digo, señores míos, que los tales trovadores con justo título los debían desterrar a las islas de los Lagartos.

El roman-wallon, que tambien fué en su orígen un dialecto poético, aunque mas áspero y seco que el provenzal, produjo los troveros ó trouveres, que no deben de confundirse con los trovadores ó trouvadours, que son provenzales. Son los troveros los que primero compusieron los fabliaux, y los lais de amor.

No es, pues, aventurado que hagamos extensivo á los más antiguos cantores, ó predecesores de los joglares, que después imitaron en España la poesía de los trovadores, lo que antes indicamos acerca de aquéllos. Quizá ya en el tiempo de los héroes, que celebraban, resonaron los romances de Mudarra y de Bernardo del Carpio.

La historia no nos dice si bardos o trovadores consagraron a este asunto, sin embargo tan interesante, sus versos y sus melodías. Es de creer que ni unos ni otros hubieran logrado transformar una sociedad que exaltaba a la mujer y buscaba el dinero.

«¿Quién podrá contar la grandeza, el concierto de su corte, la caballería de los nobles de toda España, duques, maestres, marqueses é ricos-homes, los galanes, las damas, las fiestas, los torneos, la moltitud de poetas é trovadores? etcEl Cura de los Palacios, Reyes Católicos, cap. 201. Catálogo Real y genealógico de España, por Rodrigo Méndez de Silva; Madrid, 1656, 4, fol. 121.

De esta suerte han suspirado los trovadores de humilde cuna y de bolsa vacía por la gran señora feudal que los recibió benigna en su castillo; los cortesanos, por alguna linda reina de las que ha habido virtuosas y ariscas, aunque aficionadas a que suspiren por ellas, y muchos Gerineldos de mayor o menor jerarquía, por la hermosa dama a quien sirvieron.

Conocido es también que los antiguos líricos italianos se han apropiado caudal inmenso de los provenzales, habiéndose tomado el Abate de Sade el trabajo de enumerar en un largo catálogo los pensamientos, escritos y giros, que el Petrarca ha copiado de los trovadores, ó, que sin darse cuenta de lo que hacía, se han deslizado en sus obras, como reminiscencias de aquéllos, y, sin embargo, sería una verdadera insensatez que algún crítico lo atribuyera á pobreza de inventiva de tan eminente poeta, y que lo anatematizara por repetir pensamientos ajenos. ¿Y cómo ha de ser posible que haya composiciones poéticas, que entusiasman á toda Europa hace ya cinco siglos, y que pudieran perder parte siquiera de nuestra admiración, sólo por el hecho de saberse que hay en ellas algo, tomado de otras fuentes?

Palabra del Dia

rigoleto

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