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Actualizado: 30 de junio de 2025


En mayo de 1855, el tribunal cantonal de Obwald, en Suiza, pronunció la siguiente sentencia, original por mas de un concepto.

En el Tribunal se somete á la sanción de la principalía las opiniones que prevalecen. La misa solemne de tres padres, con sermón, las músicas, los globos, los bailes y los fuegos artificiales están fuera de discusión, pues siempre se cuenta con ellos. Donde se riñe la verdadera batalla, donde los oradores esgrimen toda su argucia, es en si ha de haber ó no comedia.

La opinión que prevalecía en el concurso, y de la cual se había hecho eco ya la prensa liberal de Lancia, era que aquel clérigo era un cínico, con poca o ninguna vergüenza. No se necesitaba ser muy lince para ver que se había captado la antipatía del tribunal, sobre todo del presidente, que la había puesto ya de manifiesto en varias ocasiones.

El virreinato se dividió en siete intendencias, y éstas en distritos o subdelegaciones. Estableciéronse la Real Audiencia del Cuzco y el tribunal de Minería, repobláronse los valles de Víctor y Acobamba, y el ejemplar obispo Chávez de la Rosa fundó en Arequipa la famosa casa de huérfanos, que no pocos hombres ilustres ha dado después a la república.

Doña Blanca, aunque sin precipitar sus palabras, mostrando ya, en lo trémulo de la voz y en el brillo de los ojos, viva y dolorosa emoción mal reprimida, habló luego así: Todo lo sabe V. y me alegro. Quizás hice mal en no decírselo yo misma la vez primera que me arrodillé ante V. en el tribunal de la penitencia.

A las tres horas de navegación, aprovechando seis bogas, atracamos en el rústico embarcadero de Pitogo. Este pueblecito se halla situado en una prominencia que domina un extenso y limpio horizonte. Las casas ocupan la estribación de la montaña, esparciéndose hasta la misma playa. Entre esta y las cúspides de la prominencia, se levantan el Tribunal, la iglesia y el convento.

Llegué al café sano y salvo y de un humor excelente. Pero estuve un poco inquieto toda la tarde. ¡Los nervios, sin duda, los nervios! Voy a denunciarme ante el severo tribunal de la sociedad fashionable de Madrid, y entregarme con las manos atadas a su justa reprobación.

Sus propósitos no podían, sin embargo, ser aquella mañana mejores, ni sus intenciones más rectas: celebrábase al día siguiente el santo del padre rector con una jira de campo famosísima, allá en la playa de Biarritz, y el mísero Tapón, condenado por tres o cuatro sentencias a recluimiento perpetuo, proponíase, con un día entero de observancia completa, alcanzar el indulto general de sus condenas y el sobreseimiento de las diez o doce causas que, por diversos atentados, conatos e infracciones de la ley, se le seguían ante el tribunal del padre prefecto.

»Cuando hablaba en el Tribunal Supremo y en el Consejo de Estado, a las primeras palabras quedaban como en suspenso los magistrados, y don Carlos Bonet, fiscal del Supremo, me decía: «¿Qué demonios tienes, que esta gente, que ya está empachada de informes, cuando hablas parecen unos memos oyéndote

Calmada la zozobra que inspiraban los amagos filibusteros, don Francisco se contrajo al arreglo de la hacienda pública, dictó sabias ordenanzas para los minerales de Potosí v Huancavelica, y en 20 de diciembre de 1619 erigió el tribunal del Consulado de Comercio.

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