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Ante tan franca confesión no quedaba al tribunal más que aplicar la pena. Evangelina puso en juego todo resorte para libertar a su marido de una muerte infamante; y en tal desconsuelo, llegó el día designado para el suplicio del criminal. Entonces la abnegada y valerosa Evangelina resolvió hacer, por amor al nombre de sus hijos, un sacrificio sin ejemplo.

La Regenta, sin embargo, jamás se había acusado de una afición singular; hablaba de tentaciones en general y de ensueños lascivos, pero no confesaba amar a un hombre determinado. Y Ana, su dulce amiga, no mentía jamás y menos en el tribunal santo. Pero entonces ¿con quién soñaba?

El cuerpo principal del palacio es un vasto y rico salon donde se celebran las sesiones públicas del tribunal de Assises, y tienen su despacho todos los tribunales de Lyon.

Titubeó un momento, antes de volver el oro al saco de noche, como si no hubiese comprendido del todo el elevado sentimiento de justicia que guiaba al tribunal, y recelase no haber ofrecido bastante cantidad. Después, volviéndose hacia el juez, dijo: Esta partida la he jugado solo, sin mi socio.

Luego el instinto que nos impulsa á referir dichas sensaciones á objetos externos, está confirmado por la razon; luego el testimonio de los sentidos es admisible en el tribunal de la filosofía, en cuanto nos asegura de la realidad de los objetos.

El sol, que había pasado ya su meridiano, derramaba su luz sobre el ministro y hacía destacar su figura perfectamente, como si se hubiera desprendido de la tierra para confesar su delito ante el tribunal de la Justicia Eterna.

En un arrabal sorprendieron los vecinos á dos individuos que enterraban armas debajo de una casa de tabla. Alborotóse el barrio; los habitantes quisieron perseguir á los desconocidos para matarlos y entregarlos á las autoridades, pero un vecino les calmó diciéndoles que bastaba con presentar al tribunal el cuerpo del delito.

El citado Académico francés M. Mignet, teniendo por base el estudio de Bermúdez de Castro, dispuso además del contingente de papeles conservados en los Archivos de París, que son muchos, contándose los referidos que pertenecieron al de Simancas y los de la Colección importante llamada de Llorente, llevados á Francia por el autor de la Historia crítica de la Inquisición, secretario que fué del Supremo Tribunal de la misma.

De repente un tribunal de hombres competentes le cierra las puertas del templo de la gloria. Podría equivocarse el tribunal o estar apasionado. Pero ¿no era más fácil que él y sus amigos se hubiesen engañado? ¿No sería él uno de tantos aficionados que confunden el entusiasmo por el arte con la inspiración, la voluntad con el ingenio?

Jactábase donna Olimpia de la nobleza de su cuna, procuraba hacer creer que era su familia del patriciado de Venecia y que figuraba en el Libro de oro, y aun llegaba a afirmar en ocasiones que en el Tribunal de los Díez se había sentado un tío suyo.