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Actualizado: 15 de julio de 2025


Bajo el título de La fingida Arcadia se sobrentiende, sin duda, la del mismo título de Moreto, y de El mejor amigo el muerto tratamos ya en el tomo IV, pág. 48.

Vaya usted á ofrecer dinero á Alcalá Galiano y á Moreno Guerra.... Esos alborotan allá, en las Cortes; de esos no se trata. Tratamos de los que alborotan aquí. Pues le aseguro á usted, señor don Elías de mi alma, que con lo que me ha dado, no tengo ni para la correa del zapato del orador más malo de este club. Le digo á usted que basta con eso. El señor no está para gastos.

Casi no nos tratamos con nadie, y si tememos que Francia nos tome por exaltadas patriotas, más nos duele que los vecinos nos crean afrancesadas. Quisiéramos estar bien con todos y que ni unos ni otros nos molestaran... Pero qué yo...; creo difícil... ¿Y en Madrid qué tal se vive? ¿Piensa Usía volver a la Corte?

Como no nos pasa por la imaginación que uno solo de nuestros lectores se haya resistido a nuestras razones, tratamos de probar hoy otra verdad más indisputable todavía, a saber: que, sentado el principio de que hay cosas buenas, hay palabras que parecen cosas, es decir, que hay palabras buenas.

Se trata de hacer una obra que beneficie los terrenos que hoy cruza el río, y se propone que la paguemos, en su mayor parte, los que tratamos en artículos de beber y arder..., precisamente los que no tenemos media libra de tierra en la campiña. Contra esto me rebelo, porque no es justo.

1.º Ahora no tratamos de saber si las aplicaciones de la idea de ente ó realidad fuera del órden sensible, son fundadas ó infundadas; se trata únicamente de saber qué es lo que no representa dicha idea, sea ó ilusorio el objeto representado.

Por último, se ha de notar que la novela de Dafnis y Cloe no quiere ser seriamente sublime, sino que, por cierta malicia candorosa y cierta amañada inocencia, propende á difundir regocijo en quien lee, lo cual podrá ser censurable por el lado de la moral, pero no es antiestético, que es de lo que aquí tratamos.

Tratamos de averiguar la causa, y después de mil ruegos, hasta del señor Obispo que le quería mucho, pudimos arrancarle estas palabras: «Señores, tenemos comediantes en la ciudad»; palabras que hicieron en la tertulia una impresión desagradabilísima, porque faltaban diez y siete días para la cuaresma, y el pueblo, con la guerra y con las ideas locas que se iban apoderando de la gente, más que comedias necesitaba sermones.

Aunque nosotros no negamos que en comparación de los Estados Unidos somos muy pobres, todavía nos parece duro que á cada paso se nos eche en cara nuestra pobreza y la vanidad ridícula con que se supone que tratamos de disimularla. Las señoras, dice el Sr.

Recuérdese que aquí tratamos de causa eficiente, de aquella que da el ser á la cosa, y seria muchas veces absurdo el atribuir este género de causalidad á condiciones, que por otra parte están necesariamente ligadas con lo condicional.

Palabra del Dia

buque

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