Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de octubre de 2025
Aleteaban en los extremos más sombríos las aves negruzcas que descendían de noche al templo por los agujeros de la bóveda. Como puntos fosfóricos brillaban en la obscuridad los ojos de los mochuelos. Los murciélagos, asustados por la luz, volaban torpemente, rozando con sus alas las caras de los dos jóvenes.
¿Es pa mí? preguntó el bandido con una entonación de sorpresa y asombro . ¿Pa mí, señora marquesa? Al ver el movimiento afirmativo de la señora, tomó la flor con embarazo, manejándola torpemente, como si fuese de abrumadora pesadez, no sabiendo dónde colocarla, hasta que al fin la introdujo en un ojal de su blusa, entre los dos extremos del pañuelo rojo que llevaba al cuello.
Lo había leído en escritos de señores que sabían tanto como su capitán. Además, había reflexionado mucho sobre esto en sus solitarios paseos sobre el puente. Yo estoy donde debo estar. Estoy con Francia... Torpemente, con balbuceos y palabras incompletas, expuso su pensamiento.
En un extremo del salón rasgueaban sus guitarras unos gitanos, entonando canciones melancólicas. Una de aquellas mujeres, con entusiasmo de neófita, saltó sobre la mesa, comenzando a mover torpemente las soberbias caderas, queriendo imitar las danzas del país, haciendo alarde de los adelantos realizados en pocos días bajo la dirección de un maestro sevillano.
¿Qué quiere usted decir con eso? ¿Que la educación de mi hija está vaciada en un molde torpemente labrado? Quizá tenga usted razón. Mil veces he pensado que para nosotras, el educar a las hijas es asunto más difícil que para las familias de la clase media y las mujeres del pueblo.
Rafael, en su embriaguez, no tenía más que un pensamiento: librarse de las audaces manos de la Marquesita, del peso de su cuerpo, de aquel ambiente tentador, contra el cual se defendía torpemente, seguro de ser vencido. Callaba asombrado por lo extraordinario de la aventura, cohibido por su respeto a las jerarquías sociales. ¡La hija del marqués de San Dionisio!
Andaba con dificultad, pronunciaba torpemente algunas palabras, y el órgano de la visión había vuelto a sus antiguas mañas, alterando y coloreando de un modo extraño los objetos. ¡Qué lástima, estropearse así cuando iba tan bien de la vista, que determinó concluir la obra de pelo, de la cual faltaba muy poco! «Nada, nada solía decir , si esta gran infamia prevalece, yo me muero».
El par quedó fuera de sitio, torpemente prendido, y uno de los palos se cayó con el movimiento de sorpresa de la bestia. Pero esto no importaba. Con la debilidad que las muchedumbres sienten siempre por sus ídolos, excusando y justificando sus defectos, todo el público celebraba risueño esta audacia.
Empezaron las despedidas, y los que se iban disimulaban el despecho, cierta vergüenza; se creían humillados, casi en ridículo. Muchacho había que saludaba torpemente y salía como corrido. Las señoras eran las que peor fingían tranquilidad e indiferencia. Algunas salían ruborizadas. Glocester era de los que no estaban convidados.
Miraba amargamente a sus compañeros, a la gente de la gañanía, satisfecha de su ignorancia, que se burlaba de él llamándole el Maestrico, y hasta le tenía por loco viéndole a la vuelta del trabajo deletrear pedazos de periódico o sacar de su faja la pluma y el cuaderno, escribiendo torpemente ante el pábilo del candil. No había tenido maestro: se enseñaba a sí mismo.
Palabra del Dia
Otros Mirando