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Actualizado: 26 de mayo de 2025
¡Oh!, si treinta años hace se hubiera tomado en esta casa tan sabia determinación, ¡qué ahorro de sinsabores para el leal administrador! ¡Y qué ahorros para mí!... Pero ya no tiene remedio, y más vale tarde que nunca. A otra cosa. ¿Qué dinero tiene usted disponible? ¿Para cuándo? Para dentro de seis u ocho días. Lo más indispensable para los gastos ordinarios de la señora marquesa..., si alcanza.
Mas cuando se encontró fuera del barrio, divisó á lo lejos, en un sendero que se internaba en el bosque, al fraile hacendero, y á un hombre que él reconoció por el que le había tomado sus terrenos.
Tan pronto como hubiera tomado parte en las deliberaciones de familia, mi deber sería no proceder en contra de sus designios. Y no podía contribuir a la salvación de mi pobre hermana, como lo entendía y siguiendo el plan que había concebido, sino a condición de fingir una ignorancia absoluta. Muy pronto vi en qué estado estaban las cosas.
El sendero de las colinas de San Quirino es el más corto dijo Frantz para ir al «Encinar»; por lo menos, adelantaremos tres cuartos de hora. Sí exclamó el doctor , pero nos exponemos a ser detenidos por los kaiserlicks, que han tomado ya el desfiladero del Sarre. Mirad, son dueños de las alturas; sin duda han enviado destacamentos hacia el Sarre-Rojo para rodear el Donon.
Antonio de Herrera refiere que en una nao portuguesa derrotada hasta la isla de Siete Ciudades, poco después de mediado el siglo XV, habiendo tomado tierra para el fogón, se advirtió la aparición de partículas de oro fundidas, con que se despertó el afán de las exploraciones por dar con tan afortunado lugar. Dec.
Tras ellos entró una vieja halduda y, sin decir nada, se fue a la sala, y habiendo tomado agua bendita, con grandísima devoción se puso de rodillas ante la imagen, y a cabo de una buena pieza, habiendo primero besado tres veces el suelo, y levantado los brazos y los ojos al cielo otras tantas, se levantó y echó su limosna en la esportilla, y se salió con los demás al patio.
Halléla sosegada; había tomado alimento y parecía dormitar. ¿Y quién me aseguraba que aquel sosiego no era síntoma de suma gravedad? La anciana había sufrido uno de esos ataques que caracterizaron el principio de su enfermedad; una convulsión general, mayor en un brazo, y una inquietud que no la dejaba queda cinco minutos.
Entre usted. Cuando Ballester le propuso que tomara la medicina, replicó la joven: «Lo que quiero es agua. Tengo una sed horrible... la boca seca». Bebió con ansia, y entre tanto, la fundadora llevaba aparte a Ballester y le decía: Oiga usted. Y su marido, ese pobre hombre, ¿qué viene a buscar aquí? ¿Qué hace, qué dice, cómo ha tomado esto?
breve y verdadera de la jornada de los Gelves, desde el día que arribó el armada turquesca hasta quel fuerte fué tomado por los turcos, sacada de italiano en español.
Mucho antes de conocerla, ya su anhelo de ideal, apartándole de los afectos comunes, había tomado un camino casi místico hacia la adoración de aquel cierto tipo porteño cuya originalidad le asombrara y sedujera como una fina revelación.
Palabra del Dia
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