Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de junio de 2025
Ciertamente, no dudaba de él, pero temía a la condesa. Si su voluntad, fortalecida con sus derechos de madre, se elevaba como una barrera entre los dos y no podían romperla, ¿no tendrían que inclinarse el uno y el otro? Y en su abnegación de mujer amante, pensaba, olvidando su propio sufrimiento. ¡Pobre Raúl! Al menos él no se quedará solo. Pero, ¿y ella? ¿Le iba a faltar todo a la vez?
Nunca como en aquel momento sintió el exaltado chico ganas de tener alas. Apresuró el paso todo lo que pudo, y al llegar a su calle... ¡Dios!... lo que se temía... Fortunata en el balcón, mirando por la calle del Castillo hacia el paseo de la Habana, por donde seguramente había seguido el coche. Subió el joven farmacéutico tan rápidamente la escalera, que al llegar arriba no podía respirar.
Desde esta ventana percibieron con más intensidad el tiroteo de la primera línea. Los disparos parecían aproximarse. El comandante les hizo abandonar rudamente su observatorio: temía que se generalizase el fuego, llegando hasta allí.
A lo cual respondió el cautivo que de muy buena gana haría lo que se le mandaba, y que sólo temía que el cuento no había de ser tal, que les diese el gusto que él deseaba; pero que, con todo eso, por no faltar en obedecelle, le contaría.
Desde aquel día, perdida ya la cortedad, preguntaba a menudo por ella; gustaba de mentarla en la conversación, sin que le hiciese desistir de ello el tono seco con que Cecilia le respondía, y la prisa con que cambiaba de tema. Lo que don Rosendo temía, por las cartas que de Ocaña le enviaban, llegó al fin.
Me lo temía. ¡Qué cabeza! ¡Si estaba ella anoche muy encalabrinada...! Pero señora, ¿por qué no pasa a casa de D. Plácido? Allí habrá sillas, al menos, y podrán la señora y los señores sentarse a gusto...». Hágame el favor de llamar en el tercero y ver si está Plácido. Tengo la seguridad de que él la encuentra. Segunda llamó, y Plácido no estaba.
Si, como temía, don Víctor no le había cerrado la salida del parque de los Ozores, si nada había ocurrido, en el lecho estaba don Álvaro tranquilo, descansando del placer.
La mezquita no temía a los templos que encontraba en el país: los respetaba, colocándose entre ellos sin envidia ni deseo de dominación. Del siglo VIII al XV se fundaba y se desarrollaba la más elevada y opulenta civilización de Europa en la Edad Media.
A pesar de estas declaraciones de principios, Juan no se hacía muchas ilusiones; sabía que el acontecimiento que él temía, más o menos tarde tendría que producirse, pues María Teresa, rica y linda, reunía todas las condiciones de un brillante partido. Al salir para Etretat, se había prometido ahogar valerosamente en sí lo que sentía.
El señor de Páez no temía ningún desembarco de piratas, pues el mar estaba a unas cuantas leguas de su palacio, pero creía que la «elegancia sólida consistía en fabricar muros muy espesos, en desperdiciar los mármoles, y, en fin, en trabajos ciclopios», según su incorrecta expresión.
Palabra del Dia
Otros Mirando