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Actualizado: 20 de junio de 2025
Libro Primero: Capítulo II: De cómo fue a la escuela y lo que en ella le sucedió. A otro día ya estaba comprada la cartilla y hablado el maestro. Fui, señora, a la escuela; recibióme muy alegre diciendo que tenía cara de hombre agudo y de buen entendimiento. Yo, con esto, por no desmentirle di muy bien la lición aquella mañana.
Viendo los Padres su dureza, se vieron precisados á dar la vuelta, como lo hicieron, y llegaron al pueblo de donde habían salido el día 16 de Junio, llevando solas diez almas que quisieron de suyo irse con ellos á la Reducción para hacerse cristianos, bien que no quedaron los Padres sin esperanzas de que después les seguirían los demás, como de hecho sucedió, así con estos como con otros.
Ya anteriormente habíanse celebrado en aquel año otras corridas de toros, como sucedió el 23 de Abril, cumpleaños de la reina, corriéndose ocho cornúpetos en el Alcázar, y con la asistencia de la soberana, aunque es sabido cuánta repugnancia demostró por la lidia de reses bravas.
Desde allí vino a Argel, donde sé que le sucedió uno de los más estraños casos que en el mundo han sucedido. De aquí fue prosiguiendo el cura, y, con brevedad sucinta, contó lo que con Zoraida a su hermano había sucedido; a todo lo cual estaba tan atento el oidor, que ninguna vez había sido tan oidor como entonces.
Capítulo XI. De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros
Y vámonos a comer, que creo que ya estos señores nos aguardan. Capítulo XLIV. Cómo Sancho Panza fue llevado al gobierno, y de la estraña aventura que en el castillo sucedió a don Quijote
¡No hagas travesuras decía mi tía, y cuidadito con ir a la huerta! ¡No me revuelva la cocina! gritaba Susana, y para almorzar, conténtese con la ternera fiambre. El cura no decía ni palabra, pero me sonreía con cariño y hacía un gesto que quería decir: Lo que es por mi, de buena gana te llevaría; pero ella no ha querido. Este memorable lunes, sucedió lo mismo de siempre.
Sucedió, pues, que, yendo por una calle, alzó los ojos don Quijote, y vio escrito sobre una puerta, con letras muy grandes: Aquí se imprimen libros; de lo que se contentó mucho, porque hasta entonces no había visto emprenta alguna, y deseaba saber cómo fuese.
Sucedió, pues, que, habiendo comido aquel día contra las reglas y aforismos del doctor Tirteafuera, al levantar de los manteles, entró un correo con una carta de don Quijote para el gobernador. Mandó Sancho al secretario que la leyese para sí, y que si no viniese en ella alguna cosa digna de secreto, la leyese en voz alta.
Finalmente, ordenó don Quijote entrar en la ciudad entrada la noche, y, en tanto que la hora se llegaba, se quedaron entre unas encinas que cerca del Toboso estaban, y, llegado el determinado punto, entraron en la ciudad, donde les sucedió cosas que a cosas llegan. Capítulo IX. Donde se cuenta lo que en él se verá
Palabra del Dia
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