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Actualizado: 8 de junio de 2025


Nicephoro Gregoras Autor Griego de aquellos tiempos refiere lo mucho que Andronico la estimó con estas mismas palabras: Fuéle tan agradable al Emperador como si viniera del cielo. Decia que todos los Griegos le eran sospechosos y enemigos, y así continuamente procuraba amistades y ligas con los extraños, que ojalá nunca lo hiciera.

Todos me parecían en aquel momento igualmente sospechosos y aborrecibles. «Yo no me apeo», dije interiormente, a pesar de que veía al conde aproximarse a las reses hasta casi tocarlas. Pero el prócer gozaba fama de temerario, y yo no tenía deseo alguno de adquirirla. ¿Qué tal los muruves? preguntó el mismo criado a un chulo que andaba por allí cerca. ¡No lo ves, hiho, qué animalitos de Dio!

Tomáronse informes de los mismos contrarios, cuyas profesiones, experiencia y talento en algunos los hacen sospechosos, y nada útiles para calificar la verdad. La misma adversion, que incitaba los mas violentos deseos para triunfar de sus influencias, era la maestra que dictaba estos informes.

Era la del alba, cuando Rodil en persona ponía bajo sombra, en la casamata del castillo, una docena de sospechosos, y a la vez mandaba fusilar al fraile y a la monja, dándoles el hábito por mortaja.

Cuando ya parecían extinguidos en Sevilla los protestantes, que tanto dieron que hacer á la Inquisición y á las justicias en el siglo XVI, alzáronse en los comienzos del siguiente rumores de que los reformadores intentaban de nuevo promover inquietudes, y ante el temor de que se volviera á los días del doctor Constantino de la Fuente, de Cipriano Valera y de Egidio, los señores del Santo Oficio abrieron el ojo y comenzaron una persecución activísima contra cuantos pudieran, aun de muy lejos, resultarles sospechosos de herejía luterana.

Yo recuerdo que, cuando el de Vergara, en realidad quienes perdimos fuimos nosotros: luego que el partido liberal aseguró la corona a la Reina, le trataron como a un negro; a Espartero le arrinconaron en seguida; a los oficiales carlistas les favorecieron mucho; decían que todos éramos hermanos, y los nuestros, que se habían batido en invierno con pantalón de dril... iban a Filipinas o a Fernando Póo en cuanto parecían sospechosos.

Creíamos encontrar la salvación, cuando un buque inglés de guerra nos capturó y nos llevo al navio que días antes nos había dado caza. Eramos sospechosos de piratería. Sabido es que las leyes contra los piratas son muy severas. El pirata está fuera del derecho de gentes, y la ley inglesa le condena a ser colgado por el cuello, hasta que sobrevenga la muerte.

El Coronel y Teniente Coronel del regimiento de las milicias de caballeria de Lampa hicieron tambien presente en aquella ocasion, que sus milicianos eran igualmente sospechosos, por el efecto que habia causado en sus corazones el artificioso atractivo de las promesas del usurpador; y atendidas todas estas circunstancias, se tomó el partido de retirarse al pueblo de Cavanillas lo que tampoco se practicó, á causa que las referidas milicias no quisieron reunirse, ya fuese por los motivos espresados, ó porque, poseidas del temor, repugnaron obedecer aquella disposicion, y solo la pusieron en práctica las de Paucarcolla y Chucuito, dirigidas por sus corregidores, Orellana y Moya, que llegaron con los de Lampa, Azangaro y Carabaya al pueblo indicado, desde donde salieron los tres últimos para la ciudad de Arequipa, en solicitud del auxilio que de antemano habia pedido Ore, y los dos primeros volvieron á ocupar sus respectivas provincias, con las tropas milicianas de ellas, donde permanecieron algun tiempo con la resolucion de defenderse: pero sabiendo que Tupac-Amaru se hallaba en la capital de Lampa, receloso el de Chucuito de los movimientos de sus provincianos, que estaban ya muy inquietos, se retiró á Arequipa, y aun Orellana.

Numerosos indicios revelaban la agitación y el estado de alarma predominantes en aquella comarca y más de una vez se vió cercada y detenida la pequeña cabalgata por numerosos grupos de vecinos armados, á quienes tuvieron que dar cuenta del objeto de su viaje, so pena de hacerse sospechosos y verse metidos en un mal lance.

Para vivir tranquilos, se habían convertido todos en masa en el siglo XV. No quedaba un judío en la isla, pero a la Inquisición le era preciso hacer algo para justificar su existencia, y hubo quemas de sospechosos de judaísmo en el Borne, espectáculos organizados, como decían los cronistas de la época, «con arreglo a las funciones más lucidas celebradas para el triunfo de la Fe en Madrid, Palermo y Lima».

Palabra del Dia

rigoleto

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