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Actualizado: 4 de junio de 2025


Se les dejó a los dos una chaqueta para envolver el brazo izquierdo y parar los golpes. Fué un combate terrible, en que los dos enemigos saltaban, se agarraban, se mordían. Varias veces Silva Coelho tuvo sujeto por los pelos a Chim e intentó herirle; pero entonces el malayo se acercaba al portugués, hasta estrecharse con él, y le mordía en la muñeca, y el otro tenía que soltar la cabellera.

De aquí se condujo á la villa de Tarija á tratar los negocios de aquella cristiandad con el nuevo Provincial P. Blas de Silva, que desde el día 16 de Septiembre de 1706 gobernaba esta provincia, llevando consigo los Guarayos prácticos del Paraguay.

Al último, en uno de aquellos momentos, al desasirse bruscamente uno de otro, sin que yo al menos notara el golpe, se vió a Silva que caía, dando un grito y llevándose la mano al vientre. Tenía una ancha herida, por donde se iba desangrando. ¡Ya, mátalo! dijeron todos.

Como ella venía a ser la empresaria, y los cantantes eran sus íntimos amigos y personas muy decentes, no habría inconveniente en presenciar las funciones de ópera entre bastidores. Las de Ferraz propusieron el expediente a las de Silva, que sin consultarlo con el papá, con quien no consultaban nada, aceptaron locas de alegría.

A los diez y ocho años de edad era paje de Ruy Gómez de Silva, y a los treinta, gentilhombre del Rey, que le hizo acordar, más tarde, por su comportamiento en la flota, el hábito de Calatrava. Había estudiado en Salamanca, residido dos años en Milán y tres en Venecia. El recuerdo de esta ciudad le exaltaba todavía hasta el delirio.

" Serafín Esinosa y Ramos. " Enrique Quiñones y Rojas. " Eduardo Pujol y Comas. Comandante. Guarino Landa y González. " Luis Moré y del Solar. " Carlos Daniel Macía y Padrón. " Rosendo Collazo y García. " Leandro de la Torriente y Peraza. " José M. Lazama y Rodas. Comandante Gustavo Rodríguez y Pérez. " Rigoberto Fernández y Lecuona. " Ramón Fonts y Segando. " Eugenio Silva y Alfonso. Capitán.

Esta es la lira dramática. En los versos citados pueden verse las combinaciones posibles de los cuatro primeros. No hay necesidad absoluta de que alternen los versos de tres y de cinco pies, y el poeta puede seguir otro sistema, aunque obligándose á no variarlo, una vez adoptado, en las demás estrofas. Cuídese, sin embargo, de no confundir la lira con la silva, como lo han hecho muchos escritores.

Francisco de Rioja le dedicó una silva, y en ella aprueba su conducta en versos que parecen hechos para censurar la insana pasión de la malva. Véase lo que dice Rioja: ¡Oh, como es error vano fatigarse por ver los resplandores de un ardiente tirano, que impío roba a las flores el lustre, el aliento y los colores! Todas las plantas tienen, en suma, sus veleidades, sus odios, sus amores.

Y aun volvió a loarle en la silva II de su Laurel de Apolo, publicado en 1630: «Ni en

El Domingo, seis días del mes de Junio de mil y quinientos y noventa y nueve años, baptizé yo el Licenciado Gregorio de Salazar, cura de la Iglesia de S. Pedro de la ciudad de Sevilla, a Diego, hijo de Juan Rodríguez de Silva, y de Doña Gerónima Velázquez su mujer. Fue su padrino Pablo de Ojeda, vecino de la collación de la Magdalena, advirtiósele la cognación espiritual, feh ut supra.

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