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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Los mirlos, esos pájaros que se hacen oír los últimos en aquella hora avanzada les contestaban con sus silbidos extraños y entrecortados, semejantes a ruidosas carcajadas.

Las funciones de la vision y de la audicion están en armonía con este estado, pues se observan alteraciones varias, debilidad de la vista, estremecimiento y centelleo en el campo de la vision; tendencia á llevarse la mano para separar moscas y telas blancas que revolotean; se ve un círculo alrededor de la luz, y los objetos aparecen amarillos; en el oido hay zumbidos, ruidos como de campanas, silbidos, ó de otra voz que no es la suya.

Salió de la corte en un tren mixto, que se arrastraba torpemente como reptil enorme condenado a recorrer siempre el mismo camino, saludando con silbidos estridentes los mismos lugares, deteniéndose ante los mismos sitios, hasta que al cabo de veinte horas de viaje llegó a la estación más cercana a su pueblo, para ir al cual había de atravesar una dilatada llanura, a cuya extensión ponían límite varias colinas que se divisaban a larga distancia, veladas por flotantes brumas.

No estaban los sedicientes músicos muy diestros en materia de aires señoriles, pero eran muy amables y pacientes los obsequiosos petimetres; y á fuerza de piafes y silbidos, lograron enseñar al violinista el wals de las patatas.

De pronto, como si desease terminar de cualquier modo, se arrojó sobre la bestia con el estoque, pero oblicuamente, para salir cuanto antes del peligro. Una explosión de silbidos y voces. La espada sólo se había clavado unos centímetros, y después de cimbrearse en el cuello de la fiera, fue expelida por ésta a gran distancia. Gallardo volvió a coger el estoque y se aproximó al toro.

Todavía vaciló: crecieron los recios y penetrantes silbidos; entonces se precipitó, con una prontitud que parecía incompatible con su peso y su volumen, hacia el picador. Pero retrocedió al sentir el dolor que le produjo la puya de la garrocha en el morrillo. Era un animal aturdido, de los que se llaman en el lenguaje tauromáquico, boyantes.

Oyéronse los silbidos de siete u ocho flechas; pero, disparadas de muy lejos, sólo dos conservaron fuerza para clavarse en los bambúes del corredor. Malos correos dijo uno de ellos. ¡Y tan malos!: ¡como que están envenenados! añadió Van-Horn . Por fortuna, a esta distancia no pueden herirnos mientras no nos descubramos.

Los entusiastas dejaban de mirar al toro para volverse indignados contra el resto del público. ¡Qué injusticia! ¡Qué falta de conocimiento! Había entrado muy bien a matar... Pero los enemigos señalaban al toro sin desistir de sus protestas, y toda la plaza se unía a ellos con una explosión ensordecedora de silbidos.

La corporación municipal se guardará muy bien de faltar á la solemnidad. ¡Dolón, dolén, dolán, dolón, fiu, fiuuiií! ... que los cencerros se oyen más cerca y se perciben con toda claridad los silbidos de los pastores, y hasta se distinguen el color y la armadura de las primeras vacas. Los espectadores suspenden hasta el aliento y clavan en ellas la vista con una fijeza magnética.

Después del asado desaparecieron los camareros, y todas las luces se apagaron de golpe. Esta obscuridad absoluta provocó, luego de un silencio de sorpresa, gritos y silbidos. Los malintencionados imitaban en las tinieblas chasquidos de besos; otros lanzaron bramidos de animales. Pero el estruendo fue de corta duración.

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