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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Y dicho esto, hizo Doña Blanca al Comendador una ceremoniosa y fría reverencia, y echó á andar con sosegada gravedad, siguiéndola D. Valentín y llevando delante á Clara. Don Fadrique pagó la reverencia con otra, se quedó algo atolondrado, y dijo entre dientes: Está visto: es menester acudir á otros medios.

Va una dama con gran fuero, Y gran pompa y grande brillo, Siguiéndola un carnerillo Que es animal muy casero. Con su manojo de parras Iba el animal ufano, Cuando llega un Don Fulano Que es amigote de marras, ¿Y su esposo? dice luego. Detrás viene, dice ella ... ¡Oh prodigio de la estrella! Detrás marchaba un borrego. A lo léjos, muy á lo léjos, apareció una víctima. Era el marido. A última hora.

Y aún más zonzo que ella era Paco del Val, que malgastaba miserablemente su tiempo siguiéndola como su sombra, mientras ella se reía de él con todo el mundo, incluso con su propio marido. Apercibido de la triple y creciente zoncera que pesaba como una fatalidad sobre esas tres vidas, desquiciando y esterilizándolas, Jacobo Téllez resolvió desfacer el entuerto.

Pero no te irás enojada conmigo añadió con trémula voz Doña Paca, siguiéndola a distancia en su lenta marcha por el pasillo. No, señora... ya sabe que yo no me enfado... replicó la anciana mirándola más compasiva que enojada . Adiós, adiós». Obdulia condujo a su madre al comedor diciéndole: «¡Pobre Nina!... Se va.

Avanzó hacia la berlina que venía siguiéndola, esperó a que se detuviese, y sin volver el rostro, abrió la portezuela; en seguida dejó que montase la niñera, después levantó al pequeñín en brazos para que aquélla lo acomodara sobre , y, por último, subió ella, descubriendo algo más que el pie, con lo cual don Juan quedó maravillado y suspenso, experimentando una impresión parecida a la que debió de sentir Moisés cuando le enseñaron de lejos la tierra prometida.

A su vez levantose ella con un movimiento de mujer indignada que jamás olvidaré; dio algunos pasos hacia su habitación, y como me arrastrara yo en pos de ella, siguiéndola, buscando una palabra que no fuese ofensiva, un postrer adiós, para decirle al menos que era ángel de previsión y de bondad, para agradecerle el haberme ahorrado una locura, con una expresión más abrumadora todavía, de lástima, de indulgencia y de autoridad, alzada la mano como si desde lejos tratara de ponerla sobre mi boca, repitió la seña que me imponía el silencio y desapareció.

Si parece usted un espantajo. ¿Qué diría la gente si le ve y le oye hablar aquí y requebrar en la oscuridad a una mocita? Capaz será de decir que ha perdido usted la chaveta y que no sirve para secretario del Ayuntamiento y consejero de don Andrés. Don Paco se apartó entonces y dejó pasar a Juanita; pero en vez de dirigirse hacia la fuente, se volvió, siguiéndola, hacia el lugar.

Palabra del Dia

ancona

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