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Actualizado: 30 de abril de 2025
Las que se pasan son sierras muy altas, y en ellas no se encuentra árbol alguno, por ser todas ellas de piedra muy pelada y limpia: y habiendo caminado como ocho leguas, dimos con un gran rio, el que pasamos casi á nado, y está tan poblado de sauces muy grandes y gruesos, que por eso le dan el nombre de los Sauces.
Inca Yupanqui é los demás señores que allí quedaron, así como fueron salidos de su consulta, fueron por todo el torno de la ciudad en cinco leguas, y en el [lugar] que les pareció, buscaron é miraron do hobiesen sierras é sitios do se pudiese sacar piedra y cantería, é barro, é tierras para hacer las mezclas que los tales edificios habian de llevar; donde hallaron que en el sitio de Saluoma habia mucha y muy gran cantidad de piedra é muy grandes canteras.
A las seis de la mañana continuamos la marcha por parte del N de las sierras, y en distancia de una legua, para ir viendo su figura y demas circunstancias. A las doce paramos en un arroyo de poca y mala agua, el que sale de las sierras: anduvimos 10 leguas por el rumbo del NO cuarto O, cuya distancia es, subiendo y bajando unas grandes y suaves lomas, pero su repecho cansa la caballada.
El viajero se siente muy sorprendido al saber que aquellos bosques interminables monótonos y tristes pero de gran valor no son otra cosa que olivares. Las Sierras de Córdoba son un mar de verdura gris sobre otro mar de mármol y granito.
La Belleza opulenta en encantos y ricos vestidos, persuasiva en el hablar y española en el acento. En vano repitió la invitación del Excelsior. El hijo de las sierras rechazó a la Belleza con gallardía, no sin mitigar el desaire con una sonrisa y su última moneda de oro. Volvió a montar después, y emprendió su camino por la triste calle abajo, y luego por la llanura siempre lúgubre.
Con estas voces y con esta inquietud caminé lo que quedaba de aquella noche, y di al amanecer en una entrada destas sierras, por las cuales caminé otros tres días, sin senda ni camino alguno, hasta que vine a parar a unos prados, que no sé a qué mano destas montañas caen, y allí pregunté a unos ganaderos que hacia dónde era lo más áspero destas sierras. Dijéronme que hacia esta parte.
En aquella avanzada estación, la partida pronto salió de las regiones húmedas y templadas de las colinas, al aire seco, frío y vigoroso de las sierras. El sendero era estrecho y dificultoso; hacia el mediodía, la Duquesa, dejándose caer de la silla de su caballo al suelo, manifestó su resolución de no continuar más allá. El paraje era singularmente imponente y salvaje.
Donde quiera, en un grandioso horizonte limitado por las sierras Morena y Nevada, se desarrollan bellísimos paisajes, ora en las montañas escalonadas y los cordones de colinas suaves, ora en vastas llanuras y en las ramblas y quiebras ondulosas que se producen hacia el Guadalquivir.
A Zárate despacha recta vía, En busca de unos indios Comogamos; En Condurillo habita aquesta gente, Y así es dicho el cacique, muy valiente. Tambien salió el Virrey á la otra mano, Por sierras cordilleras de boscage: En partes pocas hay camino llano, Que todo es cordillera este parage.
En seguida el inmenso anfiteatro de los Alpes fué ofreciéndonos una sucesion de apariciones: la luz, cayendo sobre las alti-planicies y los valles en infinitas cataratas, se desplomaba de repente, de instante en instante, de una cima estupenda al escalon de otra mas baja, de esta á otra inferior, y así sucesivamente hasta inundar de claridad toda la gradería titánica de sierras y montañas.
Palabra del Dia
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