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Actualizado: 21 de junio de 2025


Se sirve en una fuente con una servilleta, intercalando como adorno ramitas de perejil o berro; este frito es exquisito poniendo en vez de trocitos de sesos un trocito de pechuga de gallina o de pollo.

Los demás tomaron posiciones en las alturas. Se les vela subir como gatos, escalando los empinados cerros con agilidad increíble. El calor les hacía tan poca impresión como les habla hecho el frío. Tenían cara de pergamino, músculos de acero, corazón de piedra y sesos de algodón, que ni el sol derretía ni el pensamiento inflamaba jamás.

Si no hubiera salido a respirar el aire fresco, el día menos pensado se hubiese levantado la tapa de los sesos contra las rejas de la jaula. Debajo de ella deliberaron brevemente nuestros jóvenes lo que habían de hacer. Marta estaba atribulada.

No se sabe si le dio palabra de casamiento o no se la dio; pero lo cierto es que el bueno del oficial tuvo que irse a la guerra civil, que ardía en las Provincias Vascongadas, y allí le mató una bala carlista, que le agujereó el cráneo y se le entró en los sesos. Juana quedó, pues, semiviuda.

Al cabo terminaba su lucha con la siguiente conclusión: Ello, al fin, no me importa tanto que me exponga á volverme loco devanándome los sesos: si mi sobrino, es decir, si ese joven que me cree su tío hace suerte... mejor, algo me alcanzará; si todo eso de la reina no es más que una equivocación, un enredo... mejor, mucho mejor, porque la reina será lo que yo creo que es y lo que debe ser.

Algunos de ellos se metieron valientemente en el agua, y dos se quisieron subir en la ballenera; Arraitz le dió a uno tal golpe en la cabeza con la culata del rifle, que los sesos saltaron por el aire. El otro huyó. Los de la orilla siguieron disparando. Ya no nos hicieron ninguna baja; en cambio, nosotros tuvimos el gusto de tumbar una docena lo menos de aquellos sarnosos.

Tenía los sesos revueltos y deslumbrados con sus grandes síntesis históricas, lo cual le ayudó no poco a soportar aquel golpe. Procuró, sin embargo, que su yerno no se enterase de la noticia. No tenía la misma confianza en la elevación de su espíritu y en la amplitud de sus miras. Algunos días estuvo oculta. Al cabo corrió por la población sin saber quién la trajera.

En esto, viendo que se atascaba en el exordio, me digné dar una media vuelta hacia el orador para alentarle. Frunció las cejas y exclamó con ansia: Tengo ganas de levantarme la tapa de los sesos. ¡Muy buena idea! repúsele yo con tono seco, iré a vuestro entierro. Esta repuesta le causó tanta sorpresa, que dejó caer los brazos y me miró con fijeza.

¡Cómo! ¿Lloramos? ¡Qué tontos son los hombres, tío! Gran verdad, sobrina. ¿Y por eso lloras? Pablo dice que va a levantarse la tapa de los sesos, proseguí llorando. ¿Le crees capaz de semejante crimen? No, contesté sonriendo, a despecho de mis lágrimas. Tal atrocidad es incompatible con su carácter, pero ya la idea sólo prueba que...

¡Ay! no la besó, pero la oprimió con melancolía; pensaba en una mano más bella, que había soñado poseer. Y partió para no volver. A pesar del frío, que ni sentía, me senté llorando junto al puente y contemplaba inclinada hacia el arroyo, caer mis lágrimas sobre el hielo. ¡Decir que se iba a saltar la tapa de los sesos! Para eso es necesario que la quiera prodigiosamente.

Palabra del Dia

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