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Actualizado: 4 de junio de 2025


Pero cerca ya de la barraca, cuando iban á separarse, Tonet tuvo un arranque de tímido. Habló con la misma violencia que había callado; y como si no hubiesen transcurrido muchos minutos, contestó á la pregunta de la muchacha: ¿Per qué?... Perqu'et vullc . ¿Por qué?... Porque te quiero.

Recordaba ahora que estando paseando, tres meses hace, con un amigo, llegó a saludarle un forastero; y al separarse éste de nosotros, supe que era un primo tercero de la cuñada de un amigo del regente. Pues tenemos cuanto nos hace falta. ¿Para qué, don Celso? Ya lo verá usted.

Usted sabe bien por qué espero bailar con usted sola esta noche... Y mientras hablaba, con una presión suave de su brazo, sobre el cual se apoyaba la mano de la joven, la atrajo hacia él. María Teresa, turbada, trató de separarse un poco. Huberto continuó: ¿Quiere usted que la lleve donde están sus amigas?

Los novios, al separarse, cambiaron un beso tan puro y apasionado, que el eco pudo repetirlo en los vecinos peñascos. La frágil Duquesa y la cínica madre Shipton estaban, probablemente, demasiado asombradas para burlarse de esta última prueba de candor, y se dirigieron sin decir palabra hacia la cabaña.

Al lado mismo de Jacobo, y en su dirección misma, marchaban dos hombres, al parecer extranjeros, agarrados del brazo para no separarse el uno del otro entre los remolinos de la gente.

Su espíritu no osaba traspasar siquiera los cristales del balcón, temeroso de perder la dicha en que se bañaba. No obstante, tuvo aliento bastante para separarse un segundo y salir a la puerta gritando: ¡Don Mariano, don Mariano! El señor de Elorza, sobresaltado, como se hallaba desde hacía algún tiempo, acudió presuroso temiendo alguna desgracia.

En tanto Lázaro, que ardía en deseos de tomar una determinación decisiva en su vida, pensaba hablar con su tío aquella misma noche, romper con él, separarse de un hombre que era autor de todas sus desventuras. Deseaba ver á las dos Porreñas, echarles en cara su crueldad y su hipocresía.

Se dejó acariciar el marqués, sonriendo humildemente, con una expresión de gratitud que recordaba la de un perro fiel y bueno. Elena acabó por separarse de su marido; pero antes de salir de la biblioteca hizo un gesto como si recordase algo de poca importancia, y detuvo su paso para hablar. ¿Tienes dinero?... Cesó de sonreir Torrebianca y pareció preguntarle con sus ojos: «¿Qué cantidad deseas

El discípulo, al cabo, se hacía maestro, concluía por separarse, pero seguía trabajando en la misma dirección y con los mismos procedimientos, y sin darse quizá cuenta de ello, ni menos proponerse romper ningún molde, por la energía de su personalidad artística producía obras distintas, tanto ó más bellas que las de su maestro, pero sin que se desatase el lazo que los unía.

Linilla sonreía alegremente, pensando en la próxima llegada de su protector; pero no podía disimular su tristeza. A cada rato bajaba los ojos, y se ponía pensativa y suspiradora. La atormentaba, sin duda, la idea de que iba a separarse de la enferma, y como si quisiera dejarle grato recuerdo de sus cuidados, la pobre niña se extremaba en todo cuanto a la anciana se refería.

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