Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de julio de 2025
Las había tímidas, contemporizadoras, sentimentales, de las que necesitan al hombre para vivir y consideran que el amor es la principal ocupación femenina.
Desconfío de tus palabras, desconfío de tus acciones, desconfío de nuestro parentesco, que bien puede ser tramoya inventada por ti, desconfío de tus arrepentimientos, y como ha de serte más difícil ganar mi voluntad que ganar el cielo, será bien que me dejes en paz y que no vengas acá con hermanazgos ni embajadas sentimentales, porque otra vez no tendré la santísima paciencia que ahora he tenido: ya me conoces, ya sabes mi genial.
También estuvo éste en la corte de las Españas, pero sin duda fué menos afortunado. No logró empleo ni tuvo buena ventura, y hubo de volverse á su lugar lusitano. Retirado allí, escribió muy lindos versos sentimentales, llenos de saudades de una dama, con quien tuvo en Madrid relaciones amorosas.
Quiso resarcirse del breve paréntisis en su vida de amante, y esperó a Tónica en las calles, sosteniendo con ella largas pláticas que la hacían llegar tarde a casa de las parroquianas, enterándose con minuciosidad de las tardes que había pasado en melancólica calma leyendo novelas sentimentales, mientras Micaela, la fiel amiga, cocinaba, preparando la modesta merienda.
La marquesa, cuyos males la impedían entregarse por entero a los rigores de la pesadumbre que le correspondía por la muerte de su padre, se asombraba de las lágrimas y de las tristezas de su hija, y la conjuraba, en frase dura y seca casi siempre, a que se volviera a lo suyo, «dejándose de gazmoñerías sentimentales, que ya chocaban a las gentes».
Abrió su escritorio, buscó en un cajón y sacó cinco ó seis pliegos de papel, doblados. Eran las cartas dirigidas por Héctor á Herminia y que ésta había entregado á la señorita Guichard sin leerlas: cartas insignificantes de un buen muchacho á una prima á quien quiere inflamar y que no salían del nivel de la medianía en achaque de amplificaciones sentimentales.
Es el uno un poeta, cuyos versos sonoros, religiosos y sentimentales, me conmueven y divierten poquísimo; pero que en prosa es un truhán bastante ameno y buen chico en el fondo. El otro es la flor de los caballeros principales: discreto, galante, gracioso y con un pico de oro para entretener a las mujeres y a todo el mundo cuando está de humor y se pone a charlar.
El negrito auténtico, esto es, el de carne y hueso que asistía a los banquetes abolicionistas, hacía ya tiempo que había desaparecido de Madrid sin que nadie supiese dónde había ido a parar: tal vez cansado y ahíto de las comidas sentimentales, se hubiera marchado al África a reponer el estómago con los platos más nutritivos de la cocina antropófaga.
Si hasta entonces no había sido desconfiado ahora lo era; separándose de las regiones sentimentales a que lo conducía, a pesar suyo, el desinterés expresado por María Teresa, entró pronto en consideraciones que juzgó llenas de perspicacia.
Son el hombre ideal, el «artista», tal como lo veían las señoritas sentimentales de hace cuarenta años, pero con uniforme color de mostaza y el aire tranquilo y audaz de los que viven en continuo roce con la muerte. Siguen hablando.
Palabra del Dia
Otros Mirando